
La leyenda de la firma italiana en competición es un condicionante de primer orden cuando nos referimos a cualquier Aprilia. Con 31 títulos entre los logrados por pilotos y como marca y más de 250 victorias en las distintas categorías del Mundial de Velocidad, además de 8 victorias en el Mundial SBK, todo ello en los últimos dieciséis años, no puede ser de otra manera. Sin embargo, en los últimos tiempos, la marca no había sacado provecho de esta realidad, manteniendo como único estandarte RR su anacrónica bicilíndrica RSV1000, una moto sin futuro en cuanto a que se encuentra ya fuera de las actuales reglas que definen lo que es una SBK.
Esta situación cambia radicalmente con el lanzamiento de la RSV4, una Superbike de última generación en la que Aprilia imprime la impronta de alta tecnología que siempre ha distinguido su gama. El planteamiento a la hora de desarrollar la RSV-4 es el siguiente -crear la moto más veloz en pista, proveyéndola de todo lo necesario para ello, sin escatimar en nada y con el único objetivo de ganar-. Para ello han renunciado prácticamente a todo lo demás y han dejado de lado la evolución de sus motos de 125 y 250GP. Desde luego están determinados a conseguirlo, y ya están cerca. Acaban de llegar y Biaggi ya se subió dos veces al podio en Qatar. La RSV4 es el caso más evidente de diseñar una moto para competir, y después llevarla al mercado -como sea-, en lugar de hacer una moto para la calle y luego adaptarla para correr.
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