
El sistema consiste en utilizar multitud de sensores y cámaras montados en el vehículo, dedicados a analizar la superficie de la carretera hasta con veinte metros de anticipación. A continuación, la centralita del coche analiza toda la información recogida por estos sensores y envía a la suspensión las órdenes adecuadas para contribuir a una mejor conducción.
Audi asegura que ya ha conseguido una alta efectividad en sus pruebas, y que sus sensores son cada vez más precisos y logran una mejor resolución. Estos tests se han realizado sobre un Audi A5 Coupé 3.0 TDI Quattro, instalado encima de un chasis activo. Un ejemplo de cómo funciona la suspensión predictiva es cómo apoya el coche con una inclinación de hasta cinco grados cuando los sensores y cámaras registran el radio de una curva con peralte. Sin embargo, Audi aún no sabe decir en qué momento incorporará este sistema a sus modelos de producción.