
Para ello, se ha reducido el grosor de la carrocería de aluminio y del parabrisas, se ha sustituido el alerón activo por uno fijo, se ha cambiado la luna trasera por una superficie de policarbonato y se ha optado por la fibra de carbono para reforzar algunas zonas del coche. Y por si eso fuera poco, también se han revisado los frenos, la batería y otros elementos de equipamiento con el objetivo de arañar algún que otro gramo.
Preparado para circuito
Si el R8 GT -de serie- te parece poco deportivo, tienes la posibilidad de elegir de manera opcional un splitter del color de la carrocería, una cubierta de fibra de carbono para el motor, elementos en fibra de carbono para el interior y hasta un paquete Racing, que incluye incluso una jaula antivuelco, cinturones de cuatro puntas, extintor y desconexión de la batería. Y lo mejor es que está homologado para conducción por carretera.
Más potencia
Pero si pensabas que la versión GT se conformaba con un menor peso, te equivocas. Audi ha dado una vuelta más de tuerca al motor 5.2 FSI para estirarlo hasta los 560 CV (frente a los 525 del R8 -normal-) y aumentar el par de 530 a 540 Nm. Esto se traduce en una aceleración de 0 a 100 km/h en sólo 3,6 segundos, o lo que es lo mismo, tres décimas más rápido. La velocidad máxima también sube de 316 a 320 km/h. Toda esta fuerza se transmite a las cuatro ruedas (con la tracción total quattro) mediante la caja de cambios R tronic.
Sin duda, una interesante alternativa a los Porsche 911 Turbo S o Lamborghini Gallardo LP560-4 (tiene la misma potencia y vale más o menos igual).
Tanta buena noticia tiene que tener un lado negativo- o dos: sólo se fabricarán 333 unidades a un precio de salida de 193.000 euros.