Autocaravanas, Cinco villas y un barranco en Ávila

En Gredos la montaña sigue en su sitio. Lo que cambian son sus visitantes. En autocaravana, en monovolumen, en moto. Algo tiene esta belleza hecha calma que sigue encantando año tras año a variopintos viajeros con ganas. De mantos nevados, de senderismo con chapuzones, de un estallido natural primaveral. En verano, en otoño, en invierno, […]

En Gredos la montaña sigue en su sitio. Lo que cambian son sus visitantes. En autocaravana, en monovolumen, en moto. Algo tiene esta belleza hecha calma que sigue encantando año tras año a variopintos viajeros con ganas. De mantos nevados, de senderismo con chapuzones, de un estallido natural primaveral. En verano, en otoño, en invierno, en primavera. Porque cada estación la transforma. Aquí la vida es exquisitamente placentera. Cada momento tiene sus ventajas

En Ávila, en el valle del Tiétar, en la comarca de Arenas de San Pedro, se encuentra el Barranco de las Cinco Villas. Villas que comparten el apellido ´Valle – todas menos una –: Cuevas del Valle, San Esteban del Valle, Mombeltrán, Santa Cruz del Valle y Villarejo del Valle.

La N-502 y las pequeñas carreteras comarcales que enlazan los pueblos son un escenario que anima a seguir en ruta. Una hilera de pueblos hermanos que nutren de vida a la vertiente norte de esta sierra del Sistema Central, ofreciendo al turista la posibilidad de entender y disfrutar esta zona de la península en la que el verde y la roca son el telón de fondo inamovible.

A este “paradisíaco valle del barranco”, como lo llamó Miguel de Unamuno, se llega por el Puerto del Pico desde Ávila capital, o por la misma N502 desde Talavera, a 45 km. En esta verdosa cima, el viento es un inquilino habitual, y sus curvas de camino a la primera villa son de infarto. Subir hasta el Puerto del Pico para ir hacia Ávila por la Venta Rasquilla o llegar hasta Ramacastañas o Arenas de San Pedro para volver a Madrid son casi las escapadas naturales de un territorio pensado para el ocio.

Cuevas del Valle

A los pies del Puerto del Pico aparece este pueblo de quietud de estrechas calles y casas construidas según el estilo tradicional del Valle del Tiétar. La piedra y los grandes balcones están en casi todos los rincones. En los alrededores verás las cuevas que le dieron su nombre: las pequeñas ermitas donde los pastores trashumantes cumplían con sus deberes religiosos. En el casco antiguo, en la Calle de los soportales, en primavera, la iniciativa Cuevas del Valle Florido hace que todas las casas compitan por la fachada más espectacular… Macetas con flores de todos los colores, olores y tamaños se exponen para decorar la calle y hacerse con el galardón en forma de azulejo. En Cuevas del Valle hay además un vecino amante de su pueblo, César, que lleva más de 35 años creando y cuidando de su bosque encantado que tú también puedes visitar…

Mombeltrán

La niña bonita del barranco en donde el turismo rural ha sabido instalarse, y afianzarse. En ella, los villanos, gentilicio de Mombeltrán, hablan barranqueño incluso a los forasteros. Escuchar palabras hasta ahora desconocidas no es raro cuando uno pasea por esta capital cultural de la zona. Este pueblo, con el castillo de los duques de Alburquerque, del siglo XV, es la foto perfecta para las postales y un lugar del que disfrutar durante las noches de verano con su bonita iluminación. Desde aquí parten casi una veintena de rutas para los amantes de las botas de montaña. Es un buen sitio para establecer como base…

El Camping Prados Abiertos está a la altura de las necesidades de visitantes con aprecio por la calma. Todo lo contrario a sus conocidas Playas Blancas, piscinas naturales demasiado queridas en verano, por lo que será mejor descubrirlas en otra época.

Santa Cruz del Valle

Santa Cruz del Valle

Santa Cruz del Valle tiene la calma característica de un lugar que no alcanza los 400 habitantes. Aquí, en los años 80, pintores bohemios encontraron la inspiración para asentarse y convertirlo en su lugar de residencia. Palabra de sus vecinos… Un buen número de fachadas lucen aquí y allá pinturas murales. Jamás pensó uno en encontrar una reproducción de La muchacha en la ventana de Dalí, o El Guernica de Picasso. Es el pueblo más pequeño del valle. ¿A quién le importa? Los improvisados miradores que se encuentran en su entramado urbano regalan – porque es un regalo – las mejores vistas del Barranco. Perfecto para disfrutar de nuestra camper.

San Esteban del Valle

Siguiendo el garbeo, la cuna de nacimiento del mártir San Pedro Bautista invita a la penúltima parada. Pasear por este pueblito rural encajonado en un valle y primer municipio de los cinco en conseguir el título de villa por privilegio real es una oda a lo rural. Aquí, poco más encontrarás que disfrutar de tus pasos. O acudir a las fiestas patronales «El Vítor», celebradas desde el siglo XVII en conmemoración al martirio en Nagasaki del santo y la llegada de su cabeza a su pueblo natal. Del 5 al 11 de febrero y del 7 al 8 de julio, y declaradas Fiesta de Interés Turístico Regional.

Villarejo del Valle

Un último disfrute como premio a este trote viajero son unas cañas con revolconas para restablecer las energías. O un mítico chuletón de Ávila. Porque aquí hemos venido a disfrutar del paisaje, la vida relajada y la gastronomía. Cuando el tiempo amaina y el sol deslumbra, senderistas se animan a subir hasta la cima del peñón El Torozo, y escaladores se reúnen en su base para superarse y volver a casa con la satisfacción de haber coronado una vía 8b+. Sin embargo, todo lo que se hable de la Sierra de Gredos no le hace honor. Siempre será un destino que se debe conocer por uno mismo.

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