Basadas en un nuevo material, el grafeno, las baterías realizadas con celdas de polímero de grafeno consiguen autonomías de hasta 1000 kilómetros en un coche eléctrico y se pueden cargar en sólo 8 minutos. Pesan la mitad que las convencionales, cuestan un 77% menos que las de ion-litio y triplican la potencia de estas. ¿Es la tecnología definitiva que impulsará la movilidad eléctrica? eso parece, desde luego.
El grafeno es un material increíble, el más fino que existe, una lámina de carbono de un átomo de espesor, descubierto en Manchester hace diez años. Este material es extraordinariamente conductor, ya que sus electrones se mueven cien veces más rápido que en el silicio) resulta mas resistente que el mismo diamante y doscientas veces más que el acero, muy flexible, tan denso, que ni siquiera el gas helio, el átomo más pequeño, lo puede atravesar, muy sensible a cualquier molécula que se deposite en su superficie y todo ello en finísimas capas un millón de veces más fino que una hoja de papel. El problema de trabajar con este material hasta ahora ha sido su producción industrial, pero en 2012, los alicantinos de Grapheano solventaron los problemas y se han convertido en el primer fabricante del mundo de este material.
Una batería de polímero de grafeno da una potencia superior a cualquier otra, entre otras cosas, por que desperdicia menos energía. Así, si las de ion-litio alcanzan los 180 watios hora por kilo de peso, las de grafeno supera los 600 watios hora por kilo. Gracias a su mejor conductividad la recarga de un vehículo no duraría más de 8 minutos para 1.000 kilómetros de autonomía. Y otra ventaja es que durarían hasta cuatro veces más que las baterías convencionales y el doble que las de litio. Dos de las cuatro grandes marcas alemanas ya se han interesado en esta tecnología y empiezan ya a probarlas en sus coches, con intención de empezar a trabajar con ellas.
Según José Antonio Martínez, vicepresidente de Grapheano, «Va a suponer un gran salto hacía adelante para industrias como la aeronáutica, la automoción, la computación o el suministro de energía, mejorando la eficiencia y ofreciendo posibilidades que, hasta ahora, tan sólo podían ser imaginadas». Lógicamente, ahora mismo el gran cliente son las empresas de automoción; ahora mismo son baterías grandes en las que se ha trabajado, pero la Universidad de Córdoba está investigando para reducir su tamaño y expandir así su uso. En la automoción, las ventajas son evidentes, entre otras, un coste de un 77% menos. Por ello se harán versiones compatibles con vehículos ya existentes, extendiendo así su utilidad y consiguiendo una rápida difusión de esta tecnología.