Bien es verdad que hace años hubo un ligero amago en un Salón de Las Vegas sobre el futuro augurado a la electricidad como energía automotriz, pero a Valladolid hemos de reconocer el primer paso definitivo como apertura a un futuro inmediato y necesario.
No ha supuesto exclusivamente exhibición a la curiosidad, sino el montaje de un foro de presentación y discusión en un programa de consecutivas conferencias dictadas profesionalmente por las marcas implicadas hoy día en planes de producción masiva de vehículos electrónicos y en las ofertas de combustibles limpios con ventajas sobre el petróleo.
Los profesionales y el público en general tuvieron la oportunidad de probar los vehículos eléctricos e híbridos, para muchos con la sorpresa del absoluto silencio de marcha. Por supuesto no faltó quien pidiera avisadores acústicos de presencia para evitar sorpresas. Muchas opiniones se decantaban por la limpieza de la energía eléctrica en los vehículos y, la mayoría, por el ahorro frente al petróleo.
Sobre este particular, en la mesa redonda de periodistas, tuvimos ocasión de preguntar al Director General de Industria de Castilla y León, Carlos Marin, sobre la reacción de los Estados para recuperar la vía de ingresos por impuestos si los coches eléctricos se multiplican. Su previsible respuesta redujo el soñado ahorro. Todavía no están calculadas las exacciones sustitutivas. Pero es de suponer un ahorro suficiente respecto al gasto actual en carburante.
Personalmente he apreciado en el Salón de Valladolid mucha curiosidad y conocimientos sobre los temas de la Muestra, cuya segunda edición está decidida para el año próximo dada la palpable realidad de la puesta en marcha de coches, motos y vehículos de transporte activados con electricidad y la animación comercial de otras energías ajenas al petróleo. El mundo entra de lleno en un nuevo capítulo de la automoción.