Cadillac ya tenía este proyecto en su cartera antes de la crisis económica, pero la difícil situación que ha vivido la compañía desde 2008 obligó a guardarlo en el cajón durante varios años. Ahora, con unos balances financieros más positivos, la firma americana lo ha rescatado para convertirlo en una verdadera berlina compacta, con un diseño bastante deportivo, motores más pequeños y un interior de aspecto premium. A pesar de todo, parece poco probable que sus cifras de ventas sean muy notables a este lado del charco, pero sí tiene argumentos para recuperar parte del terreno perdido en su mercado desde la llegada de los últimos modelos alemanes.
Aunque por tamaño no tiene mucho que ver con las antiguas berlinas de la marca, mantiene la esencia de sus hermanos mayores con un diseño claramente Cadillac, si bien la forma afilada de los faros, la enorme parrilla o la elevada línea de cintura lo sitúa más cerca del gusto europeo. Por dentro vemos un mayor refinamiento, materiales de gran calidad, lo último en tecnología e incluso detalles en piel y madera para los acabados topes de gama. Pero este acercamiento a rivales como el Serie 3 no se limita a la estética, sino que también llega al apartado dinámico: cuenta con suspensión neumática regulable, un reparto de pesos de casi 50:50, tracción trasera… y un peso total de 1.540 kg, en consonancia con sus rivales. De manera opcional se pueden montar frenos Brembo o llantas multirradio.
En el apartado mecánico también encontramos alternativas más contenidas. El bloque de acceso es un 2.5 atmosférico, mientras que el más equilibrado es un 2.0 turbo de 270 CV. Como tope de gama encontramos un 3.6 V6 de 318 CV -puede llevar un cambio automático de manera opcional-. La tracción total también es opcional.
