Al arrancar el motor
En el momento de arrancar, asegúrate de que el coche está en punto muerto y pisa siempre el embrague. Además de que esto es más seguro -si hay una marcha engranada, el coche dará un tirón y puedes chocar contra algo-, liberarás al motor de la necesidad de mover también el conjunto de la transmisión -el motor mueve los engranajes del cambio siempre a no ser que pises el embrague, independientemente de que esté en punto muerto o con la marcha metida-, algo que aumenta el consumo un 10% al arrancar.
En los diésel, además, asegúrate de que antes de arrancar se ha apagado el testigo amarillo de los calentadores -ese que parece un muelle-, pues esto también facilita la puesta en marcha del motor en frío -le ayudará a consumir menos-.
Al arrancar y salir… No es bueno arrancar e iniciar la marcha justo a continuación, pues el aceite del motor no habrá tenido tiempo de llegar a todos los ‘recovecos’ del motor y no estará bien lubricado. Basta con que esperes unos diez segundos.
No conectes nada… Hasta que el motor esté en marcha, no pongas las luces, la radio…y, sobre todo, el climatizador. Así, el motor tendrá que hacer menos esfuerzo al ponerse en marcha y consumirá entre un 10% y un 12% menos en el momento del arranque.
Cómo usar la primera

Inserta la primera marcha sólo cuando vayas a iniciar la marcha. Cuando arranques, no tardes mucho más de tres segundos o diez metros en cambiar a segunda… si estás en llano –el cuentarrevoluciones debe marcar unas 1.700 rpm en un diésel y 2.200 en un gasolina-: en bajada, no tardes más de dos segundos o seis metros -a poco que sea pronunciada, puedes arrancar directamente en segunda-; en una subida pronunciada, tendrás que apurar más -hasta unas 2.200 rpm en un diésel y 2.800 en un gasolina-.
En los recorridos cortos de los atascos... No utilices sólo la primera marcha, superando las revoluciones que te hemos indicado: si es necesario, pon segunda. Tampoco aceleres con fuerza en primera para después, en punto muerto, dejar que la propia inercia del vehículo te permita avanzar hasta que te vuelvas a parar.
En los semáforos… Jamás mantengas el coche en primera y con el embrague a medio pisar mientras esperas a que se ponga en verde. El consumo se dispara en ese momento un 25%, dañarás el embrague… y conseguirás lo mismo que esperando en punto muerto y con el freno pisado.
Una vez en marcha…

Para ganar velocidad, no pises el acelerador más de un 20% de su recorrido y hazlo siempre de forma suave y progresiva. Además, cuando pases de una marcha a otra hazlo de forma rápida: de lo contrario, el motor caerá mucho de vueltas cuando pises el embrague y, al levantarlo, obligará a que el motor tenga que revolucionarse de golpe… y te volverá a frenar.
Evita los acelerones… Sobre todo con el motor en frío. Esto acelera el desgaste de pistones,cilindros,válvulas… reduciendo el rendimiento y la vida útil del motor hasta un 50%.
¿Qué dice el experto? Carlos Belvis, Jefe de Servicio Técnico de Automoción en Totalenergies, asegura que lo esencial es evitar una conducción brusca, manteniendo la velocidad de nuestro vehículo en función de la distancia y velocidad de los vehículos que tenemos por delante.
Parece sencillo, pero normalmente tendemos a una conducción que en algunas ocasiones es agresiva: acelerando para cambiar de carril, frenando bruscamente… Estos actos provocan un mayor consumo de combustible y que no se queme adecuadamente en la cámara de combustión el combustible. Esto puede hacer que el aceite del vehículo se ensucie más de lo debido… lo que a la larga puede llevar a que la respuesta del motor empeore.
¿Y en cruces, glorietas…?

Ante todo debe primar la seguridad. Cuando tengas que acceder a una glorieta o salir de un ceda el paso utiliza en las situaciones más favorables de visibilidad la segunda velocidad. Eso sí, si tienes que detenerte, al volver a iniciar la marcha acelera con decisión en primera para evitar posibles accidentes.
Si hablamos de afrontar incorporaciones a carreteras o autopistas, nunca lo hagas en una marcha demasiado larga que deje al motor sin respuesta -por ejemplo, en quinta a 50 km/h-. En esas circunstancias lo que necesitas es que tu coche alcance una velocidad razonable y cercana a la del resto de usuarios de la vía cuanto antes mejor.
Circula velocidad constante…
Una vez concluida la fase de aceleración, lo más recomendable es emplear una marcha lo más larga posible -quinta a 80 km/h, por ej.- pero que te permita contar con un mínimo de respuesta en caso de tener que acelerar ante algún imprevisto -como cambiarte de carril para facilitar una incorporación de otro vehículo- y que, con sólo reducir una velocidad, puedas ganar velocidad con contundencia. Así, en un diésel lo ideal es moverse entre las 1.400 y las 2.000 rpm; en un gasolina, 2.000 y 2.500 rpm. En ambos casos, no deberías emplear más del 10% del recorrido del pedal del acelerador.
En carreteras sinuosas, subidas y bajadas, ¿qué hago?

En zonas de curvas olvídate del consumo:mantén el motor entre 2.000 y 2.500 rpm en un diésel y 2.500 y 3.000 rpm en un gasolina; de esta manera aumentarás tu control sobre el vehículo y, con ello, el nivel de seguridad.
Para afrontar subidas, reduce de marcha para aumentar el régimen de utilización del motor en unas 300 rpm -es decir, entre 1.700 y 2.300 rpm en los diésel y entre 2.300 y 2.800 rpm en los gasolina-. De lo contrario, tendrás que pisar más el acelerador -un 20%- y el consumo será el mismo… pero con dos diferencias: el coche subirá con menos ‘alegría’ y estarás haciendo sufrir inútilmente al motor.
En el caso de las bajadas, aprovecha la propia inercia del vehículo para que éste se desplace y utiliza siempre la marcha más larga posible. Además, si la pendiente no es muy pronunciada, te bastará con acelerar de manera muy leve para mantener la velocidad deseada. Lo que nunca debes hacer en estas circunstancias es emplear el punto muerto; esto no solo no ahorra carburante, sino hace que el coche gaste entre 0,5 y 1,2 l por hora… -además de que el control sobre el coche es peor-. En cambio, si bajas con una marcha larga engranada, el propio movimiento de las ruedas mantendrá el motor en funcionamiento sin gasto alguno de combustible.
Tráfico denso
Si por delante de ti circulan otros vehículos, intenta alejarte del que te precede -normalmente, te bastará con poco más de los 50 metros de distancia de seguridad obligatorios- para controlar mejor si frenan o aceleran y, de esa manera, poder adecuar tu velocidad con mayor suavidad, evitando los constantes frenazos y acelerones que se producen en estas circunstancias y que llegan a aumentar el consumo inútilmente en un 20%.
Siempre atento al cuentarrevoluciones

Este elemento te ayuda a decidir cuándo es mejor cambiar de marcha para mejorar en tu conducción eficiente. Pero adoptar la conducta más ecológica posible depende de cuatro factores: primero, del tipo de motor -normalmente, en un diésel se cambia entre 500 y 1.000 rpm antes que en un gasolina-; segundo, de la respuesta de dicho propulsor a bajo régimen -por ejemplo, a 1.500 rpm, algunos motores tienen una respuesta digna y otros no-; tercero, de la marcha que deseamos engranar -el motor tiene que esforzarse más para acelerar en quinta, por ejemplo, que en segunda-; y cuarto, de si estamos subiendo, bajando o llaneando.
Es decir, en un diésel, en primera, segunda y tercera velocidad, lo ideal es cambiar entre 1.700 y 2.000 rpm; a partir de cuarta, conviene subir ese régimen y situarlo entre 2.000 y 2.300 rpm. En un gasolina, para las tres primeras marchas el régimen ideal se sitúa entre 2.200 y 2.500 rpm; en el resto, entre 2.500 y 2.800 rpm.
Si notas que le cuesta… Cuando cambias de marcha demasiado pronto o circulas en una relación demasiado larga, el motor muestra una respuesta perezosa, emite un característico sonido y produce un pequeño temblor; evítalo, ya que apenas tendrá respuesta si tienes que acelerar con fuerza en una situación de emergencia… y, además, sometes a la mecánica a un sobreesfuerzo innecesario que, a largo plazo, afecta a sus partes internas… pudiendo provocar averías. En el caso de tener que efectuar un adelantamiento no lo dudes; reduce las marchas que sean necesarias y aprovecha al máximo la potencia del motor.
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