Aunque el primer Camaro se lanzó en Estados Unidos en 1967, el año 2011 marca el inicio de la comercialización oficial de este modelo en Europa. No obstante, esta misma generación, la quinta del deportivo, lleva más de un año a la venta en Norteamética. General Motors lo resucitó en 2010 después de retirarlo del mercado en el 2002.Estéticamente, esta quinta estirpe de Camaros se caracteriza por unas líneas más angulosas y una carrocería de más envergadura. La marca dice haber adaptado su comportamiento dinámico a los gustos de los conductores europeos, acostumbrados a pasar por muchas más carreteras secundarias y reviradas que los estadounidenses. Y desde luego, saca muy buena nota, después de un desarrollo durante el cual el nuevo Camaro ha sido puesto a prueba en zonas del Viejo Continente, y nada menos que en el antiguo Nürburgring Nordschleife.
Nosotros hemos tenido un primer contacto de 50 km de Berna a Murten con el Camaro Convertible, por ciudad y carretera secundaria.
Curiosidades del producto
En Estados Unidos, el Camaro dispone de un motor V6 que ofrece 312 CV tirados de precio -a partir de unos 23.000 dólares (17.000 -)-, una muy buena opción como coche de capricho. Sin embargo, Chevrolet ha decidido que, para el ínfimo volumen de ventas en Europa -en su país de origen, lograron vender en 2010 entre 10.000 y 11.000 unidades mensuales-, no interesa sacar este bloque al mercado. De modo que, en España, todos los Camaros montarán un motor 6.2 V8 de 405 CV -el automático- y 432 CV. Se puede elegir entre las carrocerías Coupé o Cabrio y entre cambio manual o automático. Los Coupés son más baratos: el manual sale por 43.900 € y el automático, por 45.900 €, mientras que los Cabrio cuestan 49.900 y 51.900 -, respectivamente. Debido al nicho tan pequeño al que pertenece el coche, Chevrolet no ha presentado distintos acabados para el Camaro.
En lugar de eso, al cliente le corresponderá configurar su coche a la carta… Si bien ésta es reducida: pinturas especiales, llantas de aluminio pulido, bandas decorativas y tres packs estéticos o de interior. Brilla por su ausencia la posibilidad de montar un navegador integrado, al menos como opción.
Por dentro: sobriedad que da la talla
Como era de esperar, introducirnos en su habitáculo implica sentarnos en una posición deportiva, muy baja, con la que al principio se hace difícil controlar las medidas de un modelo de formas tan voluptuosas. Pero por comodidad, no tiene tacha. El diseño interior resulta anticuado, como si nos estuviéramos poniendo a los mandos de un coche de hace bastantes años. En general, el Camaro demuestra estar lejos de los acabados de rivales alemanes, pero no tiene nada que envidiar a los de otros deportivos de marcas generalistas. Además, al tacto, los plásticos son mullidos, y los ajustes son correctos.
Uno de los apartados en los que se nota la austeridad del Camaro es el accionamiento manual de la capota. Primero hay que retirar el plástico tras los asientos traseros y desabrochar un par de botones; la tecla para elevarla se encuentra junto a la luz interior, y para terminar el proceso, deberemos fijarla cerrándola con una palanca.
En marcha: una bestia dócil
Al volante, el Camaro ofrece toda una experiencia. Ante todo, resulta fácil de conducir, sobre todo si pensamos que estamos manejando una máquina de 432 CV. Esto lo hace posible su impecable estabilidad, con la que, en curva, el Camaro nos permite mantener el pie pisado durante más tiempo del que podíamos imaginar. El Camaro presenta un sistema bautizado por Chevrolet como Stabilitrak, que combina el ABS, el control de tracción y el sistema de frenado activo para controlar los derrapajes, regulando la velocidad de cada rueda. También destaca la transmisión: una palanca muy dura, pero con unas relaciones muy elásticas con las que el conductor podrá elegir entre un estilo relajado de cambios tempranos o algo más deportivo.
El talón de Aquiles del Camaro está en el consumo: su enorme cilindrada conlleva una cifra oficial combinada de 14,1 litros/100 km para el cambio manual y 13,1 para el automático.