Naturalmente, los viejos hemos cometido muchos errores, porque la vida nos ofreció demasiadas oportunidades para equivocarnos en las decisiones. Del reconocimiento de nuestras faltas surge la experiencia, el inocuo escarmiento en cabeza ajena, así como la creación de convenientes doctrinas de convivencia.
Las normas y costumbres no permanecen invariables en el tiempo, aunque a veces, por desgracia, hay marcha atrás en las costumbres y se repiten errores del pasado.
Mi primer recuerdo como conductor fue no atender la prohibición de entonces de circular en bicicleta por el Parque de María Luisa, en Sevilla, hace 75 años. Pudo costarme la vida como castigo por ‘decisión ejemplar’ de un guarda con sombrero de ala ancha y escarapela: Trató de meter su bastón entre los radios de mi rueda delantera. Por fortuna, le esquivé, pero nunca olvidé la absoluta necesidad de respetar las señalizaciones como comportamiento civilizado. ¡Casi se cumplió el refrán de «la letra
con sangre entra»!
Otro consejo de abuelo es estar siempre atento a la coincidencia y posibles errores de comportamiento del resto de usuarios de la vía pública, para evitar el daño a los demás y el propio. Atención permanente a las circunstancias de la carretera, nunca ser causantes de peligro y saber esquivar a tiempo en caso de necesidad. Así es el tráfico rodado y la vida misma.
Cuando esto escribo, al borde de los 87 años, nunca me he roto un hueso, ni en competiciones de motos. En perfecta vieja juventud, disfruto de quince nietos, descendientes de nueve hijos con excelentes padres. Este fin de curso, los nietos han aportado a la sociedad una licenciada en Medicina, otra en Bellas Artes y un tercero, en Biología. ¡Cuánto me gustaría haber influido algo en sus éxitos, así como en la mejor conducción de mis lectores!
Con referencia al prometido buen consejo, insisto en mi invitación a releer el Código de la Circulación, puesto al día, para obedecer sus normas. Otra recomendación importante es no beber alcohol en demasía y nada, nada, nada si se va a conducir. También debes ser precavido con algunos medicamentos, porque pueden afectar a la correcta conducción. Debo llamar la atención al uso adecuado de las luces de vuestro vehículo, incluso de día. No olvidar nunca la señalización con los intermitentes y reparar inmediatamente las averías. Sería buena decisión no usar el móvil y abstenerse de fumar mientras se conduce, así como de arrojar basura por la ventanilla. Lo peor, las colillas desprendidas ´casualmente´ de la mano. Otro buen consejo de correcto comportamiento consiste en guardar la conveniente distancia de seguridad con el vehículo precedente, no cambiar de carril si no hay espacio para la maniobra ni se advierte con antelación. Se debe prestar permanente atención a las señalizaciones y, particularmente, respetar los límites de velocidad.
Si otro conductor no tiene buen comportamiento, según tu criterio, no se te ocurra darle lecciones en marcha ni mostrar actitudes de venganza. Es imprescindible mantener los papeles en orden, especialmente los seguros. Cumple tus obligaciones con la ITV y aplica tu prudencia personal para mantener en buen estado todas las partes mecánicas del vehículo, así como el de los neumáticos. También quiero aconsejar a los pasajeros: Deben aceptar al conductor como capitán de la nave, y mantener durante el viaje el mejor ambiente de cordialidad. Naturalmente, para los niños, prohibición total de las peleas en marcha. Y si, por ventura, los vigilantes de la seguridad te paran para reconvenirte y hasta multarte, respeta su autoridad sin discutir porque nada bueno vas a conseguir.
Los titulares de esta carta resumen mi aportación a la sociedad como veterano conductor: conducir y conducirse con atención y respeto. Será un beneficio para todos.