A velocidad constante, utiliza marchas largas
Una vez concluida la fase de aceleración, lo más recomendable es mantener una velocidad constante empleando una marcha lo más larga posible -quinta a partir de 80 km/h, por ej.-. Pero, ojo, es importante que te permita contar con un mínimo de respuesta en caso de tener que acelerar ante algún imprevisto -como cambiarte de carril para facilitar una incorporación de otro vehículo- y que, con sólo reducir una marcha, puedas ganar velocidad al instante. Así, en un diesel lo ideal es moverse entre las 1.400 y las 2.000 rpm; en un gasolina, entre las 2.000 y 2.500 rpm. En ambos casos, para mantener la velocidad no deberías emplear más del 10% del recorrido del pedal del acelerador«.
En las subidas, reduce una marcha
Así, aumentarás el régimen de utilización del motor en unas 300 rpm -es decir, circularás entre 1.700 y 2.300 rpm en los diesel y entre 2.300 y 2.800 rpm en los gasolina-. De lo contrario, tendrás que pisar más el acelerador -un 20%- y el consumo será el mismo… pero con dos diferencias: el coche ‘subirá con menos alegría’ y estarás haciendo sufrir inútilmente al motor, pudiendo provocar averías que te costarán hasta 1.500 euros«.
No te la juegues en las incorporaciones
Jamás intentes incorporarte a una autopista llevando una marcha demasiado larga que deje al motor sin respuesta -por ejemplo, en quinta a 50 km/h-. En esas circunstancias necesitas que tu coche alcance cuanto antes una velocidad razonable, similar a la del resto de conductores, por tu propia seguridad…y la de ellos».
Al arrancar el motor, pisa el embrague y asegúrate de que el coche esté en punto muerto
Además de que esto es más seguro -si hay una marcha engranada y no pisas el embrague, el coche ‘dará un tirón’ hacia adelante y puedes impactar contra algo-, liberarás al motor de la necesidad de ‘activar’ también el conjunto de la transmisión -el motor acciona los engranajes del cambio siempre a no ser que pises el embrague, independientemente de que esté en punto muerto o con una marcha insertada-, algo que aumenta el consumo un 10% en el momento del arranque. En los diesel, además, asegúrate de que antes de arrancar se ha apagado el testigo amarillo de los calentadores -ese que tiene forma de muelle-, pues esto también facilita la puesta en marcha del motor en frío.
En las bajadas, acelera poco
Aprovecha la propia inercia del vehículo para que éste se desplace y utiliza siempre la marcha más larga posible, siempre que haya poco tráfico, sin superar la velocidad legal… y cuando no haya curvas pronunciadas. De esa forma, serán las ruedas las que mantengan en marcha al propio motor, y el consumo será prácticamente nulo -gasta mucho menos que en punto muerto, circunstancia en la que el motor tiene que esforzarse aunque sea sólo para mantenerse en funcionamiento-. Además, cuando la pendiente no sea muy pronunciada, te bastará con acelerar sólo un 5% para mantener la velocidad deseada».
En los atascos no utilices sólo la primera marcha
Si lo haces, superarás las revoluciones que te hemos indicado: si es necesario, inserta la segunda. Tampoco aceleres con fuerza en primera para después, en punto muerto, dejar que la propia inercia del vehículo te permita avanzar hasta que te vuelvas a parar».
Con tráfico denso, deja más distancia de seguridad
Si por delante de ti circulan otros vehículos, intenta dejar cierto margen con el que te precede -te bastará con algo más de los 50 metros de distancia de seguridad obligatorios-: así podrás anticiparte para controlar mejor si frenan o aceleran y, así, poder adecuar tu velocidad con mayor suavidad, evitando los frenazos y acelerones que se producen en estas circunstancias y que aumentan el consumo en un 20%».
No vayas a rebufo de otros coches en carretera
A más de 80 km/h se puede conseguir una pequeña reducción de consumo si circulas ‘pegado’ al coche o camión que te precede. Descártalo, pues para ello tendrías que ir casi rozando el paragolpes del coche que circula por delante de ti… y eso resulta peligroso.
En cruces y glorietas, reduce de marcha
Cuando tengas que acceder a una rotonda y al salir de un ceda el paso, reduce hasta segunda velocidad. Tan sólo te recomendamos que utilices la tercera marcha en las situaciones más favorables de visibilidad y si la glorieta es bastante ancha. Eso sí, si tienes que detenerte, al volver a iniciar la marcha acelera con decisión en primera para evitar posibles accidentes. En las paradas largas, detén el motor. Si tienes que detenerte durante varios minutos, es aconsejable ‘apagar’ el motor para evitar que consuma carburante. Sin embargo, pararlo en un semáforo no tiene sentido: no funcionará el aire acondicionado, la batería tendrá que accionar todos los sistemas eléctricos del coche… y, en el momento del arranque, el motor consumirá tanto como si hubiese estado un minuto al ralentí.
En los semáforos pon punto muerto
Jamás ‘sujetes’ el coche en primera y con el embrague a medio pisar mientras esperas a que se ponga en verde. El consumo se dispara en ese momento un 25%, dañarás el embrague… y conseguirás lo mismo que esperando en punto muerto y con el freno pisado.
Para cambiar de marcha, mira el cuentarrevoluciones
El momento idóneo para cambiar de marcha depende de cuatro factores: 1.- Del tipo de motor -normalmente, en un diesel se cambia entre 500 y 1.000 rpm antes que en un gasolina-; 2.- De la respuesta de dicho propulsor a bajo régimen -por ejemplo, a 1.500 rpm, algunos motores tienen una respuesta ‘digna’ y otros no-; 3.- De la marcha que deseamos engranar -el motor tiene que esforzarse más para acelerar en quinta, por ejemplo, que en segunda-; 4.- De si estamos subiendo, bajando o llaneando. Con todo lo anterior, se puede decir que, en un diesel, en primera, segunda y tercera velocidad, lo ideal es cambiar entre 1.700 y 2.000 rpm; a partir de cuarta, conviene subir ese régimen y situarlo entre 2.000 y 2.300 rpm. En un gasolina, para las tres primeras marchas el régimen ideal se sitúa entre 2.200 y 2.500 rpm; en el resto, entre 2.500 y 2.800 rpm.
Utiliza marchas cortas en bajadas con curvas
Si estás bajando, por ejemplo, un puerto de montaña con curvas, mantén el motor entre 2.000 y 2.500 rpm en un diesel y 2.500 y 3.000 rpm en un gasolina -por ejemplo, en tercera velocidad a 60 km/h o en cuarta a 80 km/h-: te ayudará a tener un mayor control sobre el vehículo y tu seguridad aumentará radicalmente.
Usa la primera velocidad sólo para iniciar la marcha
Y, cuando empieces a moverte, no tardes mucho más de tres segundos, o diez metros, en cambiar a segunda si estás en llano -el cuentarrevoluciones debe marcar unas 1.700 rpm, en un diesel, y 2.200 en un gasolina-. En bajada, no tardes más de dos segundos o seis metros -a poco que sea pronunciada, puedes arrancar directamente en segunda-; en una cuesta, tendrás que apurar más -hasta unas 2.200 rpm, en un diesel, y 2.800 en un gasolina-«.
Utiliza el control de velocidad en autopista
Este elemento mantiene de forma automática una velocidad, previamente determinada por el conductor, a través de unos mandos situados normalmente en la zona del volante. Es el método más eficaz para asegurarse de que el motor sólo va a emplear la cantidad de combustible justa y necesaria para mantener la velocidad deseada. Se consigue una reducción de consumo del 5% respecto a intentar continuar a esa misma velocidad de forma manual.
Si notas que le cuesta… reduce de marcha
Cuando cambias de velocidad demasiado pronto o circulas en una velocidad demasiado larga, el motor muestra una respuesta muy perezosa, emite un característico sonido y produce un pequeño temblor. Evítalo, pues el motor ofrecerá un pobre rendimiento si tienes que acelerar con fuerza en una situación de emergencia… y, además, sometes a la mecánica a un sobreesfuerzo innecesario que, a largo plazo, afecta a las partes internas del motor. No fuerces al motor en estas circunstancias: si lo haces, los diesel, principalmente, tenderán a generar una mayor cantidad de partículas sólidas que terminarán por obstruir la válvula EGR -desde 200 €-, o por saturar el catalizador -600 € de media-.
Al iniciar la marcha, acelera con suavidad
Para ganar velocidad, no pises el acelerador más de un 20-25% de su recorrido y hazlo siempre de forma suave y progresiva. Además, cuando cambies de marcha a otra superior realízalo de forma rápida: si tardas mucho, el motor caerá mucho de vueltas cuando pises el embrague y, al soltar el pedal, el motor tendrá que revolucionarse de golpe… y te volverá a frenar.
Al detenerte por completo, frena sin reducir de marcha y pisa el embrague cuando el motor baje de 1.200 rpm
De esta forma -como en las bajadas-, conseguirás que la propia inercia del vehículo mueva a las ruedas que, a su vez, accionarán el motor… sin que éste tenga que gastar combustible para funcionar durante unos cuantos metros. En carretera -por ejemplo, al llegar a un peaje o una retención-, ayúdate del cambio hasta reducir a tercera; a partir de ahí, sigue frenando sin bajar de marcha ni pisar el embrague hasta las 1.200 rpm.
No pongas más presión en las ruedas de lo recomendado
Es cierto que un coche consume menos cuanto más infladas estén las ruedas. Sin embargo, superar en más de 0,5 bares la presión recomendada por el fabricante provoca que el comportamiento del coche sea más ‘nervioso’ y también aumenta mucho el desgaste en la zona central del neumático, acortando su vida un 30% de media.
Elige bien la ruta para gastar menos
En ciudad es donde más consume un coche: de hecho, el gasto medio supera en torno a un 30% al registro de carretera. Por eso, en muchas ocasiones, se consume menos si vas de un punto a otro por carretera, a velocidad constante, que haciéndolo por ciudad… aunque lo primero suponga dar un rodeo y recorrer algunos kilómetros de más. Es decir, consumirás menos ‘bordeando’ Madrid de norte a sur por la M40, que haciendo el mismo trayecto atravesando la ciudad por las calles del centro. Por ejemplo, ir de Alcobendas a Aluche por la M40 supone recorrer 28 km; con un compacto diesel que registra un consumo medio en carretera de 5,5 l/100 km, se consumiría 1,54 litros. Sin embargo, si se hiciese atravesando Madrid -donde el consumo medio sería de 7,5 l/100 km- y, aunque el recorrido sería más corto -de 23 km-, ese mismo coche gastaría 1,72 litros.
Después de arrancar, espera unos segundos
No es bueno arrancar e iniciar la marcha justo a continuación, pues el aceite del motor no habrá tenido tiempo de llegar a todos sus ‘recovecos’ y éste no estará bien lubricado. Basta con que esperes, al menos, 10 segundos.
¿Cómo puedes calcular el consumo real de tu coche?
El consumo real de tu coche va a depender siempre de cómo sea el trayecto, de la carga y número de pasajeros que transportes… Lo ideal es que diseñes una ruta que consideres representativa para tu tipo de conducción: por ejemplo, el trayecto que haces de casa al trabajo. Ten en cuenta que los datos de consumo del ordenador de a bordo suelen indicar, de media, un 5-6% menos de lo que gasta el vehículo en realidad -es decir, si figura una media de 10 litros, el consumo real será de unos 10,5-.
1.- Llena el depósito de carburante por completo. Para ello, una vez que ‘salte’ la pistola del sutidor, continúa rellenando con cuidado hasta que veas rebosar el carburante en la toma del depósito.
2.- Comienza a circular con total normalidad -no olvides poner el cuentakilómetros parcial a cero antes de empezar a moverte-.
3.- Cuanto mayor sea el kilometraje que realices, más precisa será la mediación que obtengas; lo ideal es recorrer, al menos, 200 kilómetros.
4.- Una vez concluido el trayecto, vuelve a llenar el depósito como en el punto 1 -si es posible, en la misma gasolinera y surtidor, para reducir el márgen de error-.
5.- Ahora, ya sabrás los litros que has necesitado para rellenar de nuevo el depósito, que equivalen a los que has gastado en todo el trayecto. Basta con que hagas una regla de tres para saber el dato real cada 100 km. Aquí tienes un ejemplo:
Kilómetros recorridos: 276 km.
Litros consumidos: 18,56 l.
(Litros consumidos x 100) / km recorridos = Consumo medio
Por tanto: (18,56 x 100) / 276 = 6,72 l/100 km