Todos los coches tiene un sistema de climatización, sea del tipo que sea, con aire acondicionado o sin él y con control automático de la temperatura o sin él. Pero si una cosa en la que todos coinciden es que, salvo que conectemos la recirculación de aire, todos toman el aire del exterior para introducirlo al habitáculo.
Por eso, cada vez que conectamos el sistema de climatización, lo normal es que entre aire del exterior. Y, si éste está “contaminado” por algún motivo, lo normal es que todo lo que contenga el aire llegue hasta nosotros. Es ahí donde entra en acción el conocido como filtro de polen que, en realidad, además de polen, se encarga de impedir la entrada de todo tipo de agentes externos.
Como ocurre con cualquier filtro, lo normal es que la suciedad termine por tupirlo. Por eso, ¿cada cuánto hay que cambiarlo? En realidad, depende mucho de por dónde y cuánto circulemos o, incluso, de dónde dejemos aparcado el coche. Por ejemplo, el filtro de un coche que realice 30.000 km debería tupirse antes que el que realiza sólo 10.000 km, y un coche que suela dormir en la calle en una zona arbolada termina recogiendo más polen en la zona del parabrisas que, también puede tupirlo con anterioridad.
¿La solución? Teniendo en cuenta que el coste de un filtro de polen es bajo (unos 20 euros) y que es una operación fácil de realizar (en cada coche va de una forma, pero cada filtro incluye las instrucciones para montarlo), recomendamos cambiarlo una vez al año, justo por estas fechas. Puedes buscar el de tu coche en webs de recambios como Oscaro.
En cualquier caso, hay algunas señales que nos pueden avisar de que el filtro antipolen no está realizando su función correctamente. Uno de ellos es que desprenda mal olor al conectar el sistema. Ojo, no confundirlo con el olor que se produce durante unos instantes cuando llevamos un buen rato con el aire acondicionado puesto y, de repente, lo desconectamos.
El otro es la disminución del caudal de aire que llega al interior, pues al estar el filtro tupido, no deja pasar la cantidad de aire que debiera. También puede ser sospechoso que las lunas no se desempañen con rapidez, signo inequívoco de que probablemente no esté saliendo tanto aire como debiera por este mismo motivo.
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