Daniela Montesano: Explosión de colores y talento

Este texto, como muchos otros de los que he escrito, comienza con una llamada de teléfono. En esta ocasión, se trata de mi queridísimo amigo Teo Martín, que me dice que una artista amiga suya viene a Miami y que la trate bien. El mismo día, pero unas horas más tarde, me escribe también otro […]


Este texto, como muchos otros de los que he escrito, comienza con una llamada de teléfono. En esta ocasión, se trata de mi queridísimo amigo Teo Martín, que me dice que una artista amiga suya viene a Miami y que la trate bien. El mismo día, pero unas horas más tarde, me escribe también otro correo mi amigo Esteban García, en el que me cuenta que una chica encantadora, que es pintora, les había hecho unos cuadros para Maverick, que venía a Miami, que era una persona genial y que tenía que conocerla. Pensé quién sería tan ilustre personaje que había causado esa tremenda sensación en mis amigos.

Unos días después, recibí un mensaje de Daniela Montesano, que así se llama nuestra ilustre visitante, diciéndome que iba a trabajar en una exposición que había en la galería de Prestige Import –aparte de la galería, Prestige Import tiene una de las mejores tiendas de coches en Miami, y también son concesionario de Lamborghini y Pagani–, y que allí iba a pintar un cuadro en directo de un piloto de F1 y que estaba invitado a presenciarlo. A lo largo del día no tuve noticias de ella y, cuando la escribí para saber algo, me dijo que la exposición comenzaba en apenas una hora. Arggg, en ese momento pensé que no iba a llegar ni de broma, porque estaba al otro lado de la ciudad. Entonces, me di toda la prisa que pude para llegar a la zona de Wynwood, que es donde está la zona Zero del arte en Miami.

Al ser un evento privado, tuve que avisar antes de llegar para que salieran a buscarme, y al presentarme en la puerta estaban Matías y Marcelo –hermano y amigo de Daniela que le lleva sus asuntos en USA–, muy simpáticos.

Daniela Montesinos

Nada más entrar me di de frente con un impresionante Pagani Zonta edición limitada. Concretamente, era el 001.

La galería estaba muy bien montada y había muchísimos cuadros de pilotos de Fórmula 1 realizados por nuestra protagonista. Estaba hablando con Matías y Marcelo cuando apareció Daniela, elegante en sus actos, cordial, con un vestido negro, una enorme sonrisa y, cómo no, con las manos llenas de pintura. Me saludó y le dije en broma: «Madre mía, lo importante que tienes que ser para que Teo y Esteban me llamen para venirte a ver». Ella, humilde, sana y brillante bajó un poco la cabeza con vergüenza, así que enseguida le pedí que me enseñase la obra que estaba haciendo. Fuimos a otra sala y observé los rasgos inconexos de un piloto… Poco a poco, la imagen fue tomando forma y lo que era una silueta de un piloto se convirtió en el mismísimo Ayrton Senna. Me quedé allí viendo cómo a mano alzada terminaba la obra. Sinceramente, a mí siempre me ha gustado dibujar, pero nunca se me dio bien, y allí estaba yo, siendo testigo de una obra que, cuando estuvo acabada, casi tenía vida.

Con el cuadro terminado, me contó que, un día, escribió a la madre de Ayrton Senna detallándola lo que hacía y enviándola información sobre sus trabajos, y que tan sólo dos días después, ella contestó y le dijo: «Nadie plasma el alma de mi hijo como tú».

En un viaje a Brasil de Daniela se vieron y le comentaron que tenían los equipos de Ayrton, el mejor piloto de F1 de todos los tiempos, en una cámara acorazada. Le enseñaron, con guantes en la mano como si de un diamante se tratara, un casco original perfectamente cuidado para que, en próximas obras, lo pudiera plasmar con la experiencia de haberlo visto.

Hablamos de muchas cosas, entre ellas el por qué no se había metido en el mundo de los pilotos de motos.

Desde entonces he visto muchas obras de Daniela, y he recordado varias veces una frase de mi padre en la que decía: «es imposible que las obras salgan mal si se hacen de corazón». Desde luego, Daniela tiene un enorme corazón y ese talento que se refleja en cada uno de sus trabajos.

Como anécdota puedo deciros que, después de pintar un cuadro de un Pagani, el mismísimo presidente se acercó a ella y le pidió que le dejara su firma en su teléfono.

Ahora entiendo por qué Teo, Esteban y todo aquel que la conoce quedan prendados ante tanto talento y tanto alma.

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