Playa, dunas, cotos y marisma hacen del Parque Nacional de Doñana un lugar único, una enorme extensión de terreno protegido donde conviven diversos ecosistemas y donde encuentran su hábitat especies únicas y en peligro de extinción.

Desde hace décadas, Land Rover lleva cediendo unidades de su Defender a los responsables de la gestión del parque, que corre a cargo del Estado. Tanto el modelo clásico como los nuevos Defender prestan diversos servicios en Doñana, pero especialmente sirven para que el personal investigador destinado en el parque pueda llevar a cabo su misión con un vehículo que no tiene una vida precisamente fácil.
De Sevilla a El Rocío en el Land Rover Defender V8
Para comprobarlo, viajamos a Sevilla en AVE y hacemos noche en El Rocío (Huelva). Por el camino, tomaremos contacto con el Land Rover Defender 110 V8, con su motor sobrealimentado de 5,0 litros y 525 CV. Y aunque su sonido, la firmeza de sus suspensiones y el tacto más preciso de su volante de Alcantara nos invitan a superar los límites de velocidad, hacemos un esfuerzo y nos conformamos con disfrutar del generoso bramido de este V8 antes de llegar a La Malvasía, el encantador hotel en el que descansaremos.

Lejos de la masificada imagen de la Romería del Rocío, en la que cada año más de un millón de personas acuden la aldea, El Rocío es un lugar de una belleza única, con sus amplias calles sin pavimentar flanqueadas por casas encaladas al pie de las marismas de Doñana. Tras una reparadora noche, los cantos de miles de aves nos invitan a madrugar para dedicar un buen rato a contemplar sus ritos matinales antes de que nosotros repongamos fuerzas con un mollete de tomate y jamón y emprendamos la ruta por Doñana.



Rumbo a Doñana en el Land Rover Defender D250
Emprendemos el camino en convoy hacia el Parque Nacional de Doñana a bordo, esta vez, de un Land Rover Defender 110 D250. Al frente de nuestra caravana de seis Defender se encuentra el científico de CSIC Jacinto Román, quien nos va contando las singularidades del parque tanto por la emisora como en las diferentes paradas que vamos haciendo a lo largo de nuestra ruta.


La primera vez que nos detenemos lo hacemos en una planicie desde la que divisamos decenas de flamencos en las marismas. Jacinto nos explica que el clima mediterráneo propio de esta zona se caracteriza por sus periodos de sequía, y que la población de aves migratorias depende en gran medida de lo severos que sean estos episodios.
De camino hacia el Palacio de Doñana, nos cruzamos con una gran variedad de fauna; especialmente aves pero también mamíferos como las pintorescas vacas mostrencas, de las que se dice que son los ancestros de la Texas Longhorn, el emblemático ganado bovino norteamericano.

Vamos circulando por diversos tipos de pistas, con mayor o menor cantidad de arena, que ponen en evidencia la necesidad de contar con un auténtico todoterreno para desenvolverse sobre estas superficies. En las zonas más complicadas se hace conveniente guardar distancia, engranar la reductora y seleccionar el modo de conducción “Arena” de la interfaz Terrain Response para evitar atascos. Hay que tener en cuenta que el Defender cuenta con abundantes recursos para salir airoso de estas situaciones, pero circulamos cuatro personas en cada vehículo, con nuestro correspondiente equipaje, por lo que la masa real de cada vehículo se acerca peligrosamente a las tres toneladas, y cualquier descuido puede pagarse con una inmovilización.

La playa de Doñana
Pero la parte más emocionante de la jornada llegará tras la comida, ya que vamos a recorrer la playa de Doñana; más de 20 kilómetros de arena con el mar Atlántico a nuestro costado derecho y las dunas al izquierdo en una travesía que nos conducirá hasta la orilla oeste de la desembocadura del Guadalquivir. Desde allí, cruzaremos con los vehículos en una barcaza para desembarcarlos en la playa de Bajo de Guía, en la gaditana Sanlúcar de Barrameda.
El acceso a la playa no está exento de cierta dificultad. Hay que superar un camino en pendiente que acumula una importante cantidad de arena. Con el vehículo adecuadamente configurado y los neumáticos levemente desinflados, la operación no plantea mayor problema que dejar el espacio suficiente al coche de delante y mantener la inercia.



Circular por la playa es una experiencia única. La densidad del suelo va variando sin previo aviso y obliga a estar alerta. En algunas zonas se encuentra suficientemente compactado como para permitirnos parar y reanudar la marcha sin problemas, mientras que en otras lo que parece una capa de arena bajo la cual hay tierra sólida es en realidad un traicionero terreno húmedo como los temidos chots africanos.


Poco a poco vamos salvando los pequeños contratiempos, disfrutando de las bandadas de gaviotas que se alzan al vuelo a nuestro paso, saludando a los visitantes que recorren una pequeña sección de la playa en un Mercedes Unimog autobús a nuestro lado y, finalmente, disfrutando de la fría brisa de la bahía de Cádiz mientras cruzamos hacia Bajo de Guía para poner rumbo finalmente, y ya por carretera, hasta Sevilla, con una sonrisa aún de oreja a oreja por el recuerdo de todo lo vivido en este par de días a bordo del Land Rover Defender.

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