Por Egipto a bordo de un 4×4

Egipto es un destino fascinante, y viajar allí nos transforma en exploradores dispuestos a descifrar los secretos de las pirámides o de la Esfinge y nos convierte en testigos del boato y las intrigas de Ramsés, Tutankhamon o Cleopatra... Pero además de su riqueza histórica, Egipto es un país de desierto que ofrece al aventurero varios de los paisajes más bellos del Sahara.


Tras la revolución que significó la caída de Mubarak en febrero de 2011, la afluencia de turistas a Egipto cayó drásticamente, pero ¿había razón para ello? Desde 2001, la agencia, Globe Trotter, organiza viajes a Egipto, e incluso llegó a negociar con las autoridades locales la exención de portar el «Carnet de Passage en Dounas» (CPD), para los miembros de nuestras rutas que llevaran su propio vehículo. Esta experiencia ha forjado estrechos vínculos con una amplia red de colaboradores locales que fueron determinantes a la hora de empujarnos a dar el paso y seguir adelante con nuestro Raid Trans Pyramids. Así las cosas, 24 vehículos se dieron cita en la fecha prevista en el puerto de Venecia para llevar a cabo la travesía bajo la siempre experta dirección de René Metge. Hasta junio de 2010, se desembarcaba en Túnez y se entraba en Egipto por tierra, tras atravesar Libia, pero en la actualidad esta alternativa es inviable.
El ferry semanal que une Venecia con Alejandría ha simplificado el acceso a Egipto para los viajeros, que además pueden aprovechar la travesía para ir «estrechando lazos» con los otros participantes de la ruta y con los miembros de la organización –asistencia médica, mecánica, etc.–. Tras la llegada a Alejandría llega la hora de los trámites burocráticos. Entre otras cosas, las autoridades egipcias obligan a llevar un extintor de cinco kilos y placas de matrícula locales que hay que alquilar. Después de cinco horas de gestiones, por fin nos vamos al hotel a descansar.
La primera etapa es un enlace hasta el oasis de Siwa, situado en el Oeste del país, en el corazón de las dunas. En medio de un gran palmeral, podemos nadar en los llamados Baños de Cleopatra, una piscina alimentada por una fuente de aguas termales y que estaba reservada para las abluciones de la reina. También tuvimos la posibilidad de visitar la llamada Colina de los Muertos, que se encuentra totalmente horadada por numerosas cuevas que sirvieron de tumbas y que encierran interesantes frescos y bajorrelieves.
Como algo excepcional en este tipo de rutas, los participantes en el viaje pueden circular libremente –siguiendo los puntos GPS– y realizar el recorrido a su ritmo, sin necesidad de marchar en convoy.

En las dunas del Gran Mar de Arena

Después de abastecernos convenientemente de combustible y agua, nos disponíamos a pasar seis días en pleno desierto. Esta parte del recorrido la iniciamos atravesando el Gran Mar de Arena de Norte a Sur, navengando paralelos a los cordones de dunas. El trazado no es técnicamente muy difícil, pero la arena es muy clara y las dunas enormes, por lo que hay que prestar atención continuamente al terreno, ya que se pueden encontrar, de pronto, vertiginosos descensos. Los campamentos en medio de la nada siempre son dignos de recordar por la tremenda sensación de libertad que transmiten. En estos momentos la Naturaleza nos hace sentir casi insignificantes, sensación que refuerza la unión entre los miembros del grupo y crea un magnífico ambiente que culmina con unas animadas veladas con una copa de vino en la mano. Pasamos por la zona de los «cristales libios», área salpicada por una gran cantidad de pequeños cristales de sílice diseminados sobre la arena. Su origen es desconocido, aunque alguien apunta a que puede tratarse de restos de un meteorito. Pronto llegamos a la meseta de Gilf el Kebir, con sus paisajes constantemente cambiantes y, siguiendo rumbo sur, encontramos wadi Sora, famoso por sus yacimientos de pinturas rupestres, donde destacan la Cueva de los Nadadores y la de Fogini –descubierta en 2002–. Entre Siwa y Abu Simbel hay 1.600 kilómetros y no hay carretera ni posibilidad de repostar, por lo que hemos tenido que transformar nuestro camión de la organización en una especie de camión cisterna que carga varios bidones de combustible con los que abastecer al grupo aproximadamente a la mitad del trayecto –nuestro HDJ 80, por ejemplo, consumió 200 litros en 800 kilómetros–. Más adelante, las «Eight Bells» –ocho pequeñas montañas en forma de campana que sirvieron durante la II Guerra Mundial para señalizar un aeródromo utilizado por los británicos– nos indican la dirección Este hacia Bir Tarfawi. Tras establecer el campamento, por la tarde, se repite el mismo ritual: aseo, copa con los amigos, cena, café y, luego, apoyar al cabeza en suelo y mirar al cielo para ver las estrellas fugaces que resquebrajan la noche y nos hacen pedir deseos…

La magia del Nilo

A medida que avanzamos hacia el Este, el horizonte se va cubriendo de verde, señal inequívoca de que nos adentramos en el valle del Nilo, y vamos entrando en contacto con numerosos campesinos enfrascados en sus quehaceres diarios y multitud de niños que nos saludan a nuestro paso. El Nilo recorre Egipto como una serpiente de Sur a Norte y durante siglos fue el nexo de unión del Alto y el Bajo Egipto. Su inundación anual depositaba el limo fertilizante del que dependía el futuro de la cosecha, lo que llevó al historiador griego Heródoto a decir que Egipto era un don del Nilo. Al caer la tarde, las falucas típicas con sus velas triangulares, surcan el Nilo mientras el sol se ahoga en sus aguas. La organización no diseña etapas demasiado largas, de forma que quede tiempo para que los participantes puedan disponer de horas libres para descansar o visitar las ciudades. Abu Simbel es nuestro primer contacto con la «civilización» desde Siwa, y aquí podemos visitar los célebres templos mandados construir por Ramsés II, que se yerguen a orillas del lago Nasser. Desde allí nos dirigimos al Norte hacia Asuán –aprovechamos el trayecto para visitar la isla de Filé– y luego a Luxor, donde pasamos dos noches en un lujoso hotel a orillas del Nilo, y los participantes pueden disfrutar de un día libre. Los aficionados a la arqueología disponen de una amplia oferta para ocupar su tiempo. En la margen izquierda se encuentra la necrópolis de la antigua Tebas, la Ciudad de los Muertos, donde, por encima de todo, destaca el Valle de los Reyes. En la otra orilla observamos dos de los templos imprescindibles en cualquier visita al país de los faraones: Luxor y Karnak. Tras la sobredosis de templos, tumbas, momias, obeliscos y papiros, regresamos al desierto.

En el Desierto Blanco

El erg de Karaween nos pone, por momentos, en aprietos, porque la arena es muy fina y está blanda, pero las vistas que ofrece merecen la pena. Las pistas que tomamos después dan muestra de haber estado muy concurridas. Aún se perciben las rodadas, y nos vienen a la mente esas imágenes desde al helicóptero con los participantes del Rally de los Faraones levantando nubes de fesh-fesh. El Desierto Blanco es el penúltimo jalón de nuestro camino, y en él podemos disfrutar de unas extravagantes y particulares formaciones rocosas de color blanquecino, con forma de champiñón y varios metros de altura. Por la tarde, en el campamento, compartimos comida con un par de zorros del desierto que se acercan a apurar nuestras sobras después de la cena y nos relajamos mientras consultamos el libro de ruta donde ya solo resta una etapa por marcar: «Desierto Blanco-El Cairo». El trayecto nos lleva hacia wadi Hitan –conocido como el cementerio de las ballenas, ya que en este lugar se encontraron esqueletos de estos cetáceos–, y de allí a wadi Rayane, en la depresión de Fayoum.

Al pie de las pirámides

Antes de tomar el ferry de Alejandría a Venecia, disfrutamos de una última jornada en El Cairo, en la que lo primero es inmortalizar nuestro 4×4 al pie de las pirámides de Giza, observados impasiblemente por la Esfinge. Heródoto contó que 100.000 hombres fueron los encargados de construir la gran pirámide de Keops –la mayor de las tres, con 140 metros de altura–, aunque hoy sabemos que fueron muchísimos menos y que no eran esclavos, como también señaló el historiador griego. El hijo de Keops, Kefrén, construyó la segunda pirámide y el hijo de éste, Micerinos, la tercera. Los tres faraones pertenecieron a la IV dinastía y vivieron hace más de 4.500 años. Una vez finalizada la travesía, en la cual todo ha salido a la perfección, no podemos más que agradecer a nuestros amigos egipcios que nos convencieran para llevar a cabo el viaje, y desde ya empezamos a trabajar en el siguiente viaje al país del Nilo.

Siguiendo los pasos del conde Almasy

Situada en la esquina suroeste de Egipto, la meseta de Gilf el Kebir no fue explorada en profundidad hasta entrado el siglo XX, especialmente durante los años 20 y 30, donde destacan la expediciones del príncipe Kemal El Dine Hussein y las del húngaro Laszlo Almasy, descubridor de la famosa Cueva de los Nadadores, una de las más importantes muestras de pintura rupestre de todo el Sahara. Estas y otras muchas pinturas y petroglifos dan testimonio de que en el Neolítico fue una verde y fértil pradera. Además, la leyenda y la Historia se unen al situar en este escenario al ejército del rey persa Cambises II que pereció enterrado en las arenas hace 2.500 años, mientras que durante la II Guerra Mundial este fue un importante enclave para el Ejército británico.

¿Por qué en Giza?

Hace 4.600 años, Keops, un faraón de la IV dinastía, decidió erigir su mausoleo en la meseta de Giza, un emplazamiento que reunía varias condiciones que lo hacían idóneo para establecer su morada eterna: era un lugar elevado sobre el horizonte, estaba enfrente de Heliópolis –sede del culto al Dios solar Re– y justo al sur de Letópolis, donde se adoraba a Horus. Además, ya existían algunas tumbas, por lo que se consideraba «terreno santificado». La pirámide erigida por Keops, cuya obra fue dirigida por su sobrino Hemiunu, tiene 146 metros de altura; luego le siguió su hijo Kefrén, con una de 143, y finalmente su nieto Micerinos, con una de solo 66 metros. Las pirámides no son las únicas edificaciones de la necrópolis de Giza, sino que, además de la Esfinge, se hallan numerosos templos, hipogeos, pequeñas pirámides y restos del poblado que debieron habitar los constructores de las pirámides: algo más de 5.000 trabajadores, cualificados y privilegiados, en virtud de los últimos estudios arquelógicos que revelan una dieta rica en proteínas y unos cuidados médicos, inaccesibles para la mayoría de los egipcios del Imperio Antiguo.

Datos Útiles

POBLACIÓN  84.976.000 (España, 46 millones).
SUPERFICIE  1.001.450 km2 (España, 504.782 km2).
CLIMATOLOGÍA  Clima subtropical con una época cálida de extremo calor entre mayo y septiembre, y una fría (de menos calor) de octubre a abril. En las zonas desérticas se producen grandes variaciones térmicas entre el día y la noche.
LENGUAS OFICIALES Árabe (en zonas turísticas se entiende inglés, francés, español…)
RELIGIÓN  Musulmana 82-93% (religión oficial). Cristiana (en su mayoría coptos) 6-17%.
MONEDA Libra egipcia. 1E=7,30 Libras egipcias.
HORARIO UTC +2, España +1 hora.
SALUD  No se recomienda ninguna vacuna en especial.
DOCUMENTACIÓN Visado. Obligatorio. Se extiende en cualquier frontera egipcia al instante o en la embajada de Egipto de Madrid (dos días y 23 euros), en la calle Velázquez, 69, 28006 Madrid, 915 776 308/09). Carnet de Passage en Douanes. Es obligatorio para entrar con nuestro coche, y lo emite el RACE. Cuesta aprox. 200 €, más una fianza cuya cantidad varía según el modelo y la antigüedad del vehículo (entre 3.500 y 7.000 E, que se devuelven al regreso). Los participantes del Raid Trans Pyramids están excepcionalmente exentos. Carné Internacional de Conducir. En la Jefatura Provincial de Tráfico (una foto más carné de conducir español). Seguro. Se emite en la frontera y al instante (10 euros). Tasas de vehículo. La tasa de circulación obligatoria asciende a 300 euros; también es obligatorio alquilar una matrícula egipcia (15 euros), cuya fianza sólo se devuelve si se sale por la misma frontera (pese a que no devuelvan el dinero por salir por otro punto, sí exigen la devolución de la matrícula bajo pena de multa); además existen otras tasas menores.
PRECIO DEL COMBUSTIBLE  Gasóleo: 0,15 euros/litro.
ALOJAMIENTO  Como país volcado al turismo, la infraestructura es impresionante, desde lujosos y completísimos hoteles de cinco estrellas a pequeños cámpings familiares en oasis minúsculos. La acampada libre es segura.
CARTOGRAFÍA  Carreteras y pistas (1:950.000 de Kümmerly-Frey, para seguir el Nilo, y 1:750.000 de Nelles Maps), y topográficos (Tactical Pilotage Charts 1:500.000.
EMBAJADA EN EGIPTO  41, Ismail Mohamed-Zamalek. Tel.: 2735 58 13 / 2735 64 37 / 2735 64 62 / 2735 36 22 / 2735 36 03. www.mae.es/embajadas/elcairo/es/home [email protected] Más información: www.mae.es Si quieres más datos acerca de este viaje puedes vsitar la web del organizador.

 

Scroll al inicio