
Y es que el de las baterías es un tema complejo. Con una vida útil estimada de ocho años, cuando fueran inservibles, lo único que tendríamos sería un coche sin vida (como un móvil al que se le agota la batería). La única solución posible sería hacer independientes las baterías del vehículo y firmar un contrato en leasing. Es decir, cuando las baterías «muriesen» podrían ser sustituidas por otras nuevas sin un coste especiálmente elevado -ya estamos cubriendo gastos con la cuota mensual- y así poder seguir utilizando el coche.
Antes de que la auténtica revolución eléctrica llegue hay que perfilar muchos temas para que sea rentable y convencer a los potenciales clientes de las ventajas de tener un coche eléctrico. El próximo año llegarán a nuestro país nuevas apuestas ecológicas como el Peugeot iOn, Nissan Leaf o Mitsubishi i-MiEV y será cuando podamos comprobar la respuesta del mercado a esta nueva forma de moverse.