Solamente la carrocería pesa 110 kg menos de lo que pesaría si se empleara la tecnología de la anterior generación. Esto se ha conseguido gracias a la utilización de aluminio en el 89% de la misma, así como otros materiales aún más ligeros, como el magnesio, presente en la pared trasera. En los montantes delanteros se integran tubos de acero de alta resistencia. El resultado no sólo es una reducción del peso, sino también un importante aumento de la rigidez estructural. Las ventajas para el conductor son claras: un menor consumo y un mayor dinamismo y placer de conducción. Este interés por conseguir versiones cada vez más livianas está en los genes de este modelo desde sus inicios; no en vano, el primer SL de 1954 ya utilizaba un bastidor tubular ligero.
Según la marca, la estructura de aluminio se muestra superior en términos de rigidez, seguridad y confort en comparación con la anterior de acero. Y no sólo por el material empleado, sino también por la utilización de componentes optimizados en función de su finalidad y los distintos tipos de tratamiento: según la función, el aluminio se fabrica con un tipo de fundición distinta, con un procesamiento exclusivo… Al mismo tiempo que se consigue una mayor rigidez y seguridad, descienden los niveles de resonancia y las vibraciones.
Mercedes también ha querido adelantar dos nuevas tecnologías que estarán presentes en el SL. Por una parte tenemos que hablar del Magic Vision Control, un sistema limpia-lavaparabrisas con tubos flexibles que inyecta el agua justo delante de la escobilla teniendo en cuenta el sentido del barrido. Así se evitan salpicaduras que dificultan la visión.
Por otra parte está el sistema Frontbass, que aprovecha los huecos libres en las estructuras huecas de aluminio delante de los pies para introducir los altavoces graves y crear una especie de caja de resonancia. De esta forma se consigue una reproducción más nítida de los tonos graves, incluso con la capota recogida.
