La baja aceptación de este modelo, sobre todo por su atrevida trasera, se ha visto reflejada en las cifras de ventas, que han sido casi testimoniales en los últimos meses. En el año 2003, cuando aún estaba en venta la segunda generación, se vendieron alrededor de 35.000 unidades, mientras que en 2008 apenas se superaron las 4.800. Lejos de mejorar estos números, 2009 estaba siendo especialmente cruel para el Toledo; tanto es así que en agosto sólo se vendieron cuatro unidades, y en los ocho primeros meses del año las ventas acumuladas fueron de 121.
El enemigo en casa
Otro de los problemas con los que ha tenido que lidiar el Toledo ha sido con el lanzamiento de otros modelos de la misma marca con características similares. El primero de ellos ha sido el Seat Altea XL, un vehículo con forma de monovolumen, buena capacidad y habitabilidad, una longitud un centímetro mayor y un precio más que interesante (en muchos casos por debajo del que ofrecía el Toledo). Por si fuera poco, Seat acaba de lanzar el Exeo, un coche que rescata el concepto de sedán y que ofrece, además, las calidades del antiguo Audi A4. Con estos agravantes, la muerte del Toledo estaba más que cantada.
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