Como cambian los tiempos Cuando Rafael Sánchez Ferlosio, uno de nuestros escritores contemporáneos más célebres, escribió la novela “El Jarama” en 1955 los coches eran un sueño para nuestra sociedad.
La figura del dominguero que descubría la zona norte de Madrid tenía algo de héroe. Leer este libro supone descubrir la forma de vida de un domingo de verano a orillas del río que le da el nombre al libro. Con un lenguaje muy coloquial, Ferlosio nos narra dieciséis horas de la vida de un grupo de jóvenes. Aunque aquellos eran otros tiempos, el río sigue regando los mismos parajes…

Hoy la tecnología nos permite ir y volver en nuestro Ford Mustang eléctrico sin más problema que evitar los posibles atascos del domingo por la tarde. Es la magia de la movilidad. La autonomía mejora cada mes y este vehículo lo demuestra. En otoño la lectura de este libro se convierte en un momento de placidez.
“El sol aplastaba. Echó de nuevo a andar y se separaba con dos dedos el cuello de la camisa adherido a la piel por el sudor; se aflojó la corbata. Llegaba al puentecillo donde empezaba un poco de cuesta; a la izquierda vio un trozo rojizo del río y el comienzo de la arboleda, los colores de la gente…., con sus frondosos árboles, le tapaba la vista del río. El sol cegaba rechazado por una tapia blanquísima”. Así, describe Sánchez Ferlosio “la vida” en el Jarama, un río que tiene mucho que ofrecernos.
Salir de la autovía de la N-I y esquivar ese laberinto de polígonos y casas adosadas tiene algo de ritual. Pasear por la parte vieja de Talamanca o llegar hasta la chopera, junto al puente Romano tiene algo mágico.
Me sorprende encontrar en Talamanca el llamado “morabito”, que en realidad es el ábside de una antigua iglesia románico-mudéjar del siglo XIII. Está en medio del pueblo, junto a la plaza de la Constitución, y es, sin duda, uno de los grandes atractivos de este pueblo que es bañado por el Jarama y por el arroyo de Valdejudíos.
Los restos de la muralla, al igual que en Torrelaguna, nos hablan del origen musulmán del pueblo. Sin embargo, aquí no acaban las cosas, ya que Talamanca conserva en buen estado un puente de origen romano, que en su día fue muy importante ya que era punto de unión del norte de Castilla con Toledo. Andando por las calles de Talamanca también “descubrimos” la iglesia de San Juan Bautista, construida en el siglo XVI, la Cartuja y la Bodega del Arrabal, que fue construida por los monjes de El Paular con túneles subterráneos para unirla con la Cartuja.

Es un ambiente muy distinto a las carreteras que llevan al viejo Patones, donde nace el río. Desde aquí inicia el Jarama su viaje que concluirá con sus aguas en el Tajo. Los tonos grisáceos y verdosos de la piedra y la pizarra nos sorprenden al llegar a Patones, un escondido rincón de la sierra madrileña. Los lugareños nos comentan que desde “el boom del turismo” parece que ya nada es igual en Patones, pero el pueblo intenta conservar su esencia.
A pesar de la cercanía a Madrid, algunos hotelitos y las casas rurales se suceden una tras otra en las proximidades de Patones, aunque junto al nuevo turismo rural subsisten también las características eras, majadas y cochiqueras, que recuerdan el origen agrícola y ganadero de Patones.
La carretera se perfila con la ayuda de muros bajos de pizarra que dividen las distintas majadas que saltean las montañas junto a las “antiguas” cuadras para guardar el ganado y que fueron excavadas en las rocas aprovechando los desniveles del terreno.

Esta imagen tan “agrícola” nos sirve de preámbulo para nuestro caminar hacia el primero de los pueblos que llevan el apellido “Jarama”, Torremocha. Sus tierras, bañadas por el río y por el arroyo de San Román, se convierten en bellos parajes de ribera, balsas de agua y vías pecuarias aptas para el senderismo. Bajo el amparo de la torre de la bella iglesia del siglo XVI que preside el pueblo se extienden las aguas del embalsillo de Torremocha. Es fácil imaginarse a los jóvenes que inspiraron la novela de Ferlosio bañándose aquí, sólo que no estamos en los años cincuenta sino en el siglo XXI.
Nuestro Ford dice mucho de la nueva tecnología. Fue en enero de 2018 cuando Ford lanzó un peculiar anuncio, que no anunciaba nada pero dejaba entrever los planes de la compañía de Michigan. En este vídeo, se mostraba cómo un Mustang y un Explorer entraban en un viejo edificio con ese aire a Detroit, posteriormente caía un rayo y aparecía, en una especie de logotipo, el texto ‘Mach 1’, lo que nos daba a entender que Ford estaba trabajando en una mezcla de Mustang con SUV que además sería eléctrico. Ahora está en nuestros concesionarios y es una maravilla poder conducirlo.

Torrelaguna nos recibe con su gran “peso” histórico. La vega del Jarama se vuelve aquí muy fértil, aunque también tiene gran valor el patrimonio monumental de esta villa. Su recinto amurallado nos recuerda los tiempos de la ocupación musulmana, su iglesia de Santa María Magdalena parece una “catedral de pueblo” como dicen los lugareños” y sus callejuelas empedradas nos hacen volver a épocas pasadas.
Pero si de algo se enorgullece Torrelaguna es de haber visto nacer al Cardenal Cisneros, quien, por ejemplo, ordenó la construcción del edificio porticado que sirve de actual ayuntamiento. Otros ejemplos de construcciones civiles que encontramos en el pueblo son los palacios de Salinas, del siglo XVI, y de Arteaga, erigido en el siglo XVIII.