El mismo día que lo estrené me dirigí a una gasolinera a repostar y, cuando volví a arrancar el motor, en la instrumentación se encendió una luz que indicaba -fallo en la dirección-… y, en efecto, apenas podía girar el volante. Llamé a la concesión, y me pidieron que se lo llevara. En dos horas me lo devolvieron con la centralita reprogramada pero, dos días después, en marcha se volvió a endurecer la dirección, por lo que casi pierdo el control del coche… aunque, por suerte, todo se quedó en un susto. En el servicio oficial me aseguran que el problema puede deberse a la corrosión de algunos conductos, lo que provoca que se filtre agua e inutilice la dirección asistida eléctrica; evidentemente, yo le he cogido miedo a este coche y no me fío de que quede bien tras la reparación… ¿qué puedo hacer?
El departamento de Comunicación de Ford nos ha comentado que, finalmente, y tras varias conversaciones, el cliente y el concesionario han llegado a un acuerdo por el que la concesión le devolverá el importe total que abonó por su vehículo nuevo -y que ascendía a 17.000 euros-.