Lo primero que llama la atención de los nuevos C-Max (de cinco plazas) y Grand C-Max (de siete plazas) es el nuevo frontal, en el que han cambiado los faros, los paragolpes y la parrilla, que ahora adquiere más protagonismo visual. En la parte posterior, las modificaciones son más leves y atañen a los pilotos y al paragolpes. Por lo demás, las carrocerías de estos dos monovolúmenes permanecen inalteradas, conservando las prácticas puertas traseras correderas de la versión Grand C-Max.
Por dentro, los cambios no son sólo estéticos, sino también funcionales. Recibe un nuevo volante y desaparece la consola central atestada de botones a favor de una pantalla TFT a color en la que se aglutinan muchas funciones del vehículo, como el navegador, sistema de sonido, climatización? Por otro lado, ahora está disponible cierto equipamiento tecnológico muy útil, como una apertura remota del portón trasero que se acciona pasando el pie por debajo de él (para cuando llevas las manos ocupadas) o el sistema MyKey, de serie, que permite programar una llave para restringir ciertas funciones del vehículo (útil para los casos en los que le prestas el coche a tu hijo y prefieres ´capar´ su velocidad máxima o anular la desconexión del ESP). Asimismo, los C-Max y Grand C-Max llevan, de serie, sistema de aparcamiento automático y pueden llevar, en opción, asistente de cambio de carril, control de ángulo muerto, asistente precolisión, frenada de emergencia en ciudad, alerta de tráfico cruzado y un control de crucero inteligente que adapta la velocidad del vehículo en función de la lectura de las señales de tráfico referentes a velocidad. Se ofrecerán dos acabados: Trend+ y Titanium, aunque Ford asegura que será el segundo el más demandado.
Respecto a la parte mecánica, permanecen los motores tricilíndricos de gasolina 1.0 EcoBoost de 100 y 125 CV, pero se añade un nuevo 1.5 Ecoboost de 150 CV, que es uno de los que pudimos probar en esta presentación. Respecto a las mecánicas diésel, desaparecen los 1.6 TDCi a favor de los nuevos 1.5 TDCi, los cuales se escalonan en los siguientes escalones de potencia: 95 CV, 105 CV (versión Econectic que sólo consume 3,8 l/100 km) y 120 CV. Por encima, la versión 2.0 TDCi pasa de 140 a 150 CV; esta última es la que también pudimos probar en la presentación.
Al volante de los nuevos Ford C-Max y Grand C-Max
Primeramente nos subimos en el C-Max, cuya única motorización disponible el día de la prueba fue el nuevo propulsor 1.5 EcoBoost de 150 CV. Dentro de la gama, es la motorización que ofrece mayor suavidad de funcionamiento y mejores prestaciones. Empuja con contundencia desde apenas 1.800 rpm y ´estira´ con decisión hasta cerca de 6.000 rpm. Además, todo va acompañado un consumo muy razonable, pues ronda los 7,7 l/100 km en conducción normal, lo cual le convierte en una opción muy apta para conductores que recorran hasta 15.000 kilómetros anuales. Respecto al chasis, las modificaciones son mínimas, pero ahora la dirección es un poco más rápida y se conserva la buena agilidad y aplomo del anterior C-Max. La suspensión ofrece un buen grado de confort, pero es lo suficientemente firme para que, en curvas, el C-Max sea uno de los monovolúmenes de su segmento que se desenvuelve con mayor facilidad y eficacia.
Un poco más tarde, cambiamos la llave del C-Max por la del Grand C-Max que, en esta ocasión, lleva bajo su capó el nuevo motor 2.0 TDCi de 150 CV. Por las características de este vehículo, este motor es el que mejor le encaja. Ofrece un gran poderío entre 2.000 y 4.000 rpm y obtiene un consumo medio bastante ajustado, que se sitúa en alrededor de 6,2 l/100 km. La parte menos satisfactoria corresponde al aislamiento acústico de la mecánica, ya que el ruido del motor es perfectamente perceptible en el habitáculo. Por otro lado, los desarrollos de la caja de cambio están bien ajustados, pero se echa un poco en falta que haya una mayor fuerza a bajas revoluciones. Aun así, el 2.0 TDCi es el motor más adecuado para el Grand C-Max. Respecto a su conducción, el Grand C-Max ve ligeramente mermadas las capacidades dinámicas del C-Max por una cuestión de peso y tamaño pero, de nuevo, hay pocos monovolúmenes de siete plazas que resulten tan satisfactorios en zonas de curvas. Las inercias se aprecian de una forma más nítida y la suspensión se muestra un poco más blanda pero, en general, el Grand C-Max ofrece un compromiso muy apropiado para un vehículo de este tipo.