La A Mariña lucense nos permite disfrutar del ambiente marinero y verde de Lugo. Mucho que ver, aprender y, también comer, mientras recorremos sus carreteras de costa en busca de la mejor playa posible. La oferta es muy generosa y la no hace falta excusa para recorrer los pueblos con el nuevo Peugeot 2008 eléctrico, porque las distancias son muy razonables.
La localidad de Mondoñedo ofrece mar, montaña y arte a todos los turistas del Camino del Norte. En el tejido urbano del pueblo resulta imprescindible visitar su centro histórico y monumental y, en particular, la catedral del siglo XIII y conocida como la catedral arrodillada por su escasa altura. La población sabe que la hospitalidad es un gran reclamo. Fueron pioneros en recibir autocaravanistas casi en el corazón de la población y ahora con sus cargadores de coche eléctrico en la misma zona.
La zona es un paraíso para las actividades outdoor. Si nos va la espeleología, podemos consolarnos con la Cova do Rea Cintolo, se trata de galerías de origen cárstico que suponen un notable espectáculo. Pero en sus alrededores podemos disfrutar de toda la costa de Lugo, con muchas rutas naturales.
Antes de llegar a la costa siempre hay que parar en Lourenzá, por su Monasterio y su museo de Arte Sacro, por el Pazo Tovar y por su espléndida Faba. Pocas legumbres son tan preciadas y deseadas como esas verdinas que se producen en numerosos huertos de la zona. Para muchos es la Faba de Marisco, pero realmente están buenas con toda clase de productos.
La LU-P-3101 nos lleva hasta nuestra segunda parada, Foz, en la desembocadura del Mesma, otro lugar imprescindible. Su pequeño puerto pesquero, antaño uno de los más importantes de Galicia, es un interesante enclave para pasear y comer. Pero si el tiempo acompaña – o si no – y queremos playa, la de A Rapadoira es sin duda una de las más importantes, aunque hay varias opciones como la de Gástelos de Fox y Llas. La primera, de arenas blancas y aguas cristalinas, es un lugar dotado de todos los servicios necesarios para un día completo en la playa y en familia.
Su rival para el ocio es Ribadeo que casi funciona como frontera con Asturias gracias a las aguas del Rio Eo. Su prados huelen a mar y sus calles son un reclamo para conocer la vida de la costa Lucense. Si a esto unimos la cercanía a la Playa de las Catedrales y algunos pueblos muy marineros como Rinlo o Barreiros, el enclave es inmejorable. Ocio y deporte están muy unidos en esta tierra.
Alternando nuestra ya conocida N-642 con la CG-2.3 (y más tarde de vuelta a la nacional) llegaremos en unos 37 kilómetros a Burela, otro espectacular enclave de la Mariña. El Mirador de Monte Castelo ya nos anticipa todo lo que nos ofrece este lugar, una panorámica que engloba el pueblo, el puerto – estamos, por supuesto, ante una localidad costera consagrada al bonito y la merluza – y el mar Cantábrico y, sobre todo, nos permite divisar playas como las de Portelo y O Cantiño. Para subrayar aún más su identidad ligada al mar, podemos visitar el barco museo Bonitero Reina do Carmen, aunque no podemos perdernos un paseo por su centro histórico, con un castro en ruinas una interesante Casa de Cultura y la iglesia gótica de Vila do Medio.
Más hacia el oeste, la N-642 nos lleva en unos treinta minutos hasta Viveiro, también en Lugo, considerado capital de la Mariña Occidental. Es una villa histórica y marinera que nos ofrece un interesante centro antiguo, con una gran plaza mayor rodeada de típicos edificios gallegos acristálalos y presidida por una escultura del poeta Nicomedes Pastor Díaz, así como otros espectáculos de piedra como la Iglesia de Santa Maria o la de San Francisco.
Si optamos por salir del pueblo y alejarnos un poco para ver el panorama, ojo al Mirador de San Roque, que mira directamente a la ría. Por último a playa de Covas es un notable espectáculo: permite ver las rocas de Os Castelos cuando la marea está baja. Un pueblo que parece revitalizarse cada verano como santuario de las vacaciones. Por eso se entiende que los hoteles de la zona sean los pioneros en tener puntos de recarga para automóviles eléctricos.
La misma N-642 nos llevará después hasta O Vicedo, a apenas 15 kilómetros. Es otra estupenda localidad de la Mariña lucense repleta de lugares naturales de interés, buena gastronomía basada en el pescado fresco y muchas, muchas playas de arenas blancas y aguas turquesas (aunque quizá no tan cálidas como las de el Caribe).
La playa de Xilloi responde a esa imagen ideal de playa en un entorno natural resguardado de todo, pero la de Caolín tampoco le va a la zaga, aunque está más cerca del núcleo urbano con todo lo que ello implica para bien y para mal. O Vicedo es un pequeño pueblo con ese aire antiguo que tanto nos gusta en nuestro paseo rural por Lugo. Su iglesia de San Román del Valle o el Castro de Suegos son opciones a recorrer buscando siempre la paz y la tranquilidad, pero seguramente el cuerpo nos pida caminar más: O Fuciño do Porco es una ruta que, pese a que está bastante transitada, permite apreciar toda la costa de O Vicedo y conocer la ría mientras nos situamos frente a frente con el horizonte marítimo.