Costa Tropical de Granada: los caminos de playa que te suben a las nubes

Hablar de la Costa Tropical granadina es también hablar de montañas. Las pequeñas carreteras que suben hacia la Alpujarra desde la costa por su vertiente sur son un micromundo de carreteras perfectas para conducir sin prisas y pueblos que guardan muchas sorpresas. Partimos de La Rábita, un pueblo granadino que ofrece mucho que ver y […]


Hablar de la Costa Tropical granadina es también hablar de montañas. Las pequeñas carreteras que suben hacia la Alpujarra desde la costa por su vertiente sur son un micromundo de carreteras perfectas para conducir sin prisas y pueblos que guardan muchas sorpresas.

Partimos de La Rábita, un pueblo granadino que ofrece mucho que ver y que hacer. Para empezar, sus playas, porque estamos a pie de costa. Esta población, en el municipio de Albuñol, debe su nombre a la fortaleza del Ribat, de origen nazarí, un punto dominante puntuado por torres sobre la costa alrededor del cual se fue configurando la localidad.

El tono grisáceo de las arenas tostadas de su playa y el sabor de algún pescado frito de los restaurantes del pueblo animan a fantasear sobre la zona. Desde la propia Torre de La Rábita se puede divisar todo el horizonte, uno de los principales quehaceres del viajero ocioso.

La A-345 nos lleva casi en línea recta hacia Albuñol, localidad que aúna a la perfección las virtudes de un pueblo de interior y uno costero. De modo que, en efecto, podemos elegir entre senderos rupestres, tales como la Ruta de las Angosturas que, a su vez, lleva a la Cueva de los Murciélagos, que data del neolítico, o bien disfrutar del sol y la playa en, por ejemplo, la playa naturista del Ruso, siempre con suma tranquilidad y una interesante oferta vinícola.

Aquí se sabe comer. Muchos son los que acuden a su pueblo por su feria de tapas y vinos. Aquí podemos comer un choto al ajillo, un guiso de pulpo o una leche frita especialmente deliciosa, además de los típicos pescados. La carretera que sube hacia la sierra es una delicia para los ciclistas.

A medida que mejoras las vistas, la cuesta se hace más empinada. Polopos es un verdadero todo en uno. El mar se siente, pero la montaña marca el clima. Las nubes a veces anidan por detrás del pueblo y crean unos cielos dramáticos. Es un paisaje de montaña netamente mediterráneo envuelto en una atmósfera rural que es un regalo para los ojos del turista. Muchas cosas que ver en este municipio lleno de molinos y que no llega a los 2.000 habitantes, consagrado a la confección de pasas y aguardiente. Con el previsible legado árabe y una importante dosis de historia con mayúsculas: fue entregado al último rey nazarí, Boabdil, e integrado a Castilla con la reconquista hasta que Fernando el Católico lo vendió a uno de los conquistadores de la casa de Portocarrero.

Ojo al castillo para ojear invasiones desde el mar, la torre árabe de Cautor de Polopos y sí, sus platos de pescado fresco y frito y morcilla. El Restaurante Haza del Lino (en la carretera A-4131) nos seducirá con su carta de tapas. El Cruce es mucho más que una dirección gastronómica.

Haza del Lino, en el mismo municipio, nos aporta lo mismo y algunos extras en esta Sierra de la Contraviesa. Como, por ejemplo, el excelente y más alto alcornocal de Europa, solo superado por los ubicados en tierras africanas, con un impresionante despliegue de alcornoques y un enorme castaño de tres siglos de antigüedad declarado árbol singular de Andalucía. Aparte de la diversidad animal y vegetal de este excelente entorno, el restaurante Casa Patricio ofrece un menú de comida sencilla y local a buen precio que sin duda rematará nuestra experiencia.

Asombran los viñedos y algunas bodegas que crean una peculiar Ruta del Vino. Bodegas como La Cruz Pintá o Barranco Oscuro, son el complemento de pequeños productores locales como la Quesería de la Venta del Chaleco. Todo el entorno tiene algo mágico para disfrutar. En esta carretera las prisas están prohibidas. Los números de las carreteras, la GR 5202 o la GR 5204 parecen casi olvidados€ pero conocerlos es un disfrute. Murtas parece el lugar de referencia para regresar o para seguir hacia las nubes. Antes de seguir nuestra ruta debemos hacer parada en el Mesón – Restaurante Bodega Cuatro Vientos donde podremos degustar auténtica comida tradicional de la Alpujarra, jamón de Alpujarra, rabo de toro o conejo a la parrilla son alguna de sus espcialidades.

Hacia el otro lado aparece la Sierra de la Contraviesa. Rubite, es el típico municipio de calles estrechas y empinadas, reviradas esquinas y pintorescas casitas andaluzas de cal blanca. De nuevo, estamos ante un lugar bisagra entre la montaña y el mar, con vistas tanto a Sierra Nevada como al Mediterráneo, con una importante herencia almohade y una dosis de arquitectura rural morisca que le da una inesperada enjundia a la pequeña localidad.

Los frutos de la tierra y el mar componen una gastronomía popular de particular frescura, sobre todo si nos centramos en la calabaza y las sardinas. La Cava de Hira es un buen lugar donde comer barato y bien.

Se trata del prólogo perfecto para una ruta de senderismo que viene a continuación, el denominado «Camino de los Mineros«. El camino se abre desde tiempos de los helenos y cartagineses, que comenzaron a explotar los ricos recursos mineros de la región. En tiempos, la Sierra de Lujar fue el gran centro neurálgico de la minería española, un impulso económico que dinamizó la región hasta su cierre a finales de los ochenta. El camino que usaban los mineros diariamente es exigente y gana altura en poca distancia, proporcionando excelentes vistas a La Alpujarra y los picos de Sierra Nevada.

De regreso hacia la costa, Vélez de Benaudalla bien merece una parada. Aquí nos espera la fortificación del castillo de Ulloa, construcción de siete lados erigida en el siglo XV, dominando toda la localidad, y testigo de las guerras contra los moros y las invasiones napoleónicas. El jardín del Huerto Nazarí aporta la dosis de frescor verde a la experiencia de vivir en Vélez, por lo demás un pintoresco pueblo de calles reviradas (ojo a su barrio alto de herencia árabe) típicamente granadino y con una estimulante mezcla nazarí y cristiana. Todo el mundo en el pueblo sabe que Los Cármenes (calle de Mariana Pineda 19) es uno de esos negocios que dan fuerza a la localidad. Comida típica, una bonita terraza y buenos precios.

Nos aproximamos al final de nuestra ruta con La Gorgoracha, una pedanía ubicada antes de Motril. Aquí es conocido su túnel de bóveda de medio punto y de ladrillo que sirve como punto de salida y entrada a ambas localidades. Numerosos cortijos adornan el paisaje mientras dejamos atrás Vélez de Benaudalla hacia uno de los mayores núcleos de turismo granadinos.

Y para cerrar la rural; Bienvenidos a Motril, última parada de esta ruta tropical granadina y bulliciosa capital turística de la región. Como segundo gran núcleo de población de toda Granada, encontramos un núcleo urbano destacable pero bien regado de estupendas playas que van desde lo popular (Calahonda, Carchuna y playa Granada) a lo minoritario, con pequeñas calas más apartadas que harán las delicias de los solitarios. Palacios moriscos, un museo de la Caña de Azúcar así como diversas ermitas son la base de su oferta cultural y lugar de referencia para saber vivir junto al mar.

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