El CR-V, como turismo, presenta un nivel de calidad más que notable. Eso sí, tras una utilización todoterrenera intensiva (que habitualmente no recibe, porque no está diseñado para ello) se resiente, como es lógico.
Su carrocería autoportante resiste a la corrosión y los avatares de su propulsor sin problemas.
Este último ofrece un temperamento tranquilo que incluso no cambia su tendencia en su última versión.
Su sistema de tracción delantera con conexión automática del eje posterior actúa de forma muy eficaz en suelo firme y deslizante y la transmisión resulta muy sencilla y funciona bien.
Eso sí, llama la atención el minúsculo diámetro de los palieres traseros, que constituyen una muestra fehaciente de su carácter asfáltico. La dirección, digna de un turismo de clase media-alta, es confortable, suave y ofrece un agradable tacto urbano.
La suspensión sigue la tónica del vehículo, en el que la búsqueda del confort impera por encima de todo.Su recorrido es muy escaso y convierte a la tracción a las cuatro ruedas en el único aliado a la hora de transitar por zonas de baja adherencia.
Además, su dimensión no inspira confianza para soltar el pie derecho por superficies que no están bien compactadas o irregulares.
El motor ofrece una buena respuesta, ayudado por unas idóneas relaciones de cambio, aunque tampoco imprime un carácter deportivo al vehículo, por lo que los frenos no necesitan soportar un trabajo excesivo.
Los neumáticos que equipa son por tamaño y dibujo propios de un vehículo convencional, limitando de forma drástica cualquier alegría fuera del asfalto.
Cabe destacar, a pesar de los años y los casi 180.000 kilómetros que tiene encima, el buen estado general que presentaba la unidad probada, sin signos aparentes de envejecimiento.
El interior mantiene un nivel de materiales francamente bueno. Es cierto que el propietario ha sido cuidadoso con el coche, pero también que ha rodado muchísimo con él.
La dirección se muestra suave y precisa y el cambio es fácil de manejar y también muy suave.
Por su parte, el ruido de la mecánica no molesta en el interior.
En el lado opuesto, un propulsor tranquilo para los casi 1.500 kilos que pesa el vehículo y unos consumos al menos razonables, en el entorno de los 11 litros.
La capacidad es un punto a tener en cuenta.
Sin ser un coche grande, dispone de espacio suficiente para una familia de tipo medio, la cual encontrará en este vehículo las posibilidades de una berlina convencional. Eso sí, con la posición de conducción un poco elevada.
Después de rodar unos kilómetros por asfalto, echamos en falta un poco más de firmeza de la amortiguación, problema achacable al desgaste propio del tiempo. En campo dio la talla, aunque le costó mucho; llovía y el camino era un barrizal, pero pasó aunque siempre transmitiendo la sensación de que terminaríamos atascados.
Como vehículo de turismo cumple sobradamente, tanto si rodamos por autopista como si salimos por carreteras secundarias, donde su sistema de tracción nos echa constantemente una mano.
El campo en el sentido literal de la palabra no es lo suyo, pero si tan sólo pretendemos acercarnos al mundo rural y hacer rutas turísticas tranquilamente, el CR-V es buena opción, un vehículo para los que buscan un poco más… sin más.
Por dentro y por fuera
Por dentro
La buena reputación de los Honda entre los usuarios se confirma al observar cómo materiales y acabados se mantienen inalterables con el paso del tiempo.El techo solar es una opción muy interesante para disfrutar del ocio en la naturaleza.
Las plazas traseras ofrecen un espacio suficiente para no acusar en exceso el paso de los kilómetros en trayectos largos.La calidad de los plásticos y guarnecidos interiores es notable y mantiene el tipo con el paso de los años, si bien no suele recibir un trato duro TT.
La capacidad del maletero es más que aceptable y cuenta con la ventaja adicional de poder abrirse en dos mitades.Las llantas de aleación alojan unos neumáticos única y exclusivamente enfocados al asfalto.Los bajos nos recuerdan que estamos ante un turismo sobreelevado.La suspensión independiente, idónea para el asfalto, se resiente en la circulación por campo.
Mejoras TT/Poco que hacer
Difícil está el panorama: mejorar un producto diseñado para el asfalto y pretender que sea competitivo en campo es complicado. Su sistema de tracción vale para la lluvia, la nieve y poco más. Ahora bien, no queremos decir con ello que no nos sirva para dar un paseo por el campo sin más.
Y como actuar sobre suspensiones no tendrá ningún efecto positivo, debemos centrarnos en pasar por un buen taller que nos prepare un buen entramado de chapas de protección que evite golpes aquí y allí e incorporar unas gomas más resistentes a cortes y pinchazos y con un poco más de tallado.
Historia
Sin pretender entrar en el segmento los todoterreno, Honda propuso en 1995 un producto singular: el CR-V. En busca del mercado de los SUV o todocamino, se trataba de un «sí es, no es» que atrae a muchos usuarios.
Dos años más tarde, el fabricante introdujo este coche en el mercado español con un motor de gasolina y 128 CV. En 1999 experimentó unos ligeros cambios, alcanzando el propulsor los 147 CV, circunstancia que conllevó una mejor respuesta y unos consumos más ajustados.
La segunda generación llegaría en 2002 (en 2005 apareció el motor diésel) y para primeros de 2007 empezará a comercializarse la tercera entrega del modelo.
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Cómo va
El motor cumple holgadamente para tratarse de un vehículo de temperamento tranquilo y pensado más para el asfalto.La suspensión delantera no está diseñada para recibir un trato exigente, propio del campo.Toda la mecánica está demasiado expuesta a las agresiones de los caminos y pistas.
Los paragolpes pasan con nota el duro quehacer del día a día urbano.
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Ficha técnica
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