Siete de cada diez automóviles circula con el líquido de frenos en mal estado. Sin duda son conclusiones alarmantes dado el papel crucial que juega el líquido de frenos en la conducción segura. La principal función del líquido de frenos es transmitir la fuerza ejercida sobre el pedal de freno, por lo que es un elemento fundamental. Este debe tener un punto de ebullición muy alto, estando siempre en funcionamiento a altas temperaturas (+250ºC), principalmente en frenadas de emergencia o frenadas contínuas.
Para comprobar que el líquido de frenos está en perfecto estado, el color debe ser amarillo transparente y encontrarse siempre entre las dos marcas de máximo y mínimo. Además, es recomendable cambiarlo entre el primer año y el tercero de uso del vehículo.
El sistema de frenos tiene que estar en las mejores condiciones, ya que es el máximo responsable de detener el vehículo en el menor tiempo posible. Con un mantenimiento correcto, un trabajo profesional y un líquido de máxima calidad, lograremos mejorar nuestra seguridad, acortaremos la distancia de frenada y prolongaremos la vida de nuestro sistema de frenos.
Ignorar el mantenimiento del líquido de frenos puede tener consecuencias nefastas en la carretera. Al no renovar nuestro líquido de frenos, éste puede absorver humedad y reducir su efectividad, puede producirse un deterioro acelerado de los elementos de frenada y, además, se pierde potencia de frenada, afectando directamente a la seguridad. Por esto es necesario acudir y realizar las revisiones correspondientes para el mantenimiento de todos los elementos de nuestro vehículo.