La razón de esta mala fama y de la generación de una deuda superior a los 8.000 millones de euros ha sido el mal funcionamiento de algunos de sus airbags. Al completarse la fase de inflado en una colisión con el automóvil, éstos ´proyectaban´ trozos metálicos a la cara de la persona a quien, teóricamente, deberían proteger. Los restos lanzados hacia el ocupante, procedentes del mecanismo interior de los airbags, han causado ya varias decenas de muertos y heridos en accidentes relativamente leves.
Estos problemas, que se acrecientan en condiciones climáticas extremas y toda vez ha pasado cierto tiempo desde la construcción del sistema, salieron a la luz en 2014 y se descubrió que era un defecto que Takata había estado escondiendo durante años. Como consecuencia, muchos fabricantes de vehículos -como Toyota, BMW, Honda o Nissan-, de los que Takata era proveedor, han tenido que llamar a revisión a más de cien millones de clientes para solventar este inconveniente. En cualquier caso, a día de hoy todavía continúan las llamadas.
La caída de Takata también ha afectado a la subsidiaria del grupo en Estados Unidos, TK Holdings. No obstante, la compañía japonesa será vendida a los norteamericanos de Key Safety Systems para fundar una nueva empresa resultante de la compra de Takata por aproximadamente 1.500 millones de euros. Con ello, lo que se pretende es seguir suministrando a sus clientes los componentes, entre los que además de airbags se encuentran cinturones de seguridad, entre otros. Además, el dinero servirá también a Takata para afrontar todas las demandas que tiene por delante.