Dos de los factores críticos de la automoción eléctrica no cabe duda que son la autonomía y los tiempos de recarga. Ambos están relacionados con las baterías, con la tecnología relacionada con los materiales y capacidades con que se construyen los acumuladores que sirven de «depósito» de estos vehículos. Pero no nos engañemos: no es el único factor del que depende el éxito de estos coches.
Ricardo se ha dado cuenta de esto: actualmente los motores eléctricos de los coches se construyen con imanes de materiales llamados «tierras raras». Como su propio nombre indica son materiales escasos y, por tanto, caros y cada vez más difíciles de conseguir. Pero necesitan motores con mucha potencia y poco peso y hasta ahora los mejores han sido estos.
Ricardo es una empresa inglesa de ingeniería fundada en 1915. Son una de las empresas más influyentes del mercado, con acuerdos con muchas de las grandes compañías actuales del sector y entre sus actuaciones puedes encontrar el diseño del motor y transmisión de los recientes scooters BMW C600/C650GT, el desarrollo del motor del McLaren MP4-12C o la transmisión y el embrague del Bugatti Veyron. Ahora llevan dos años desarrollando un motor eléctrico para aplicación en coches, de alta potencia de salida, ligero y económico de construir y, sobre todo, construido sin emplear ninguna de esas «tierras raras». Es el resultado de su proyecto RapidSR (Rapid Design and Development of a Switched Reluctance Traction Motor). Entrega hasta 113Cv (85kW), con rotor construido en acero y se ha diseñado empleando las últimas tecnologías de diseño asistido por ordenador. Es ligero, compacto y de coste reducido de construcción, lo que lo convierte en ideal para coches eléctricos o híbridos.
Ya han construido prototipos del motor, que en las próximas semanas entrarán en pruebas afin de validar los prometedores resultados obtenidos en las simulaciones por ordenador.
