Tanto es así que debajo del capó seguimos encontrando el mismo motor gasolina AJ-V8 5.0 sobrealimentado de 550 CV y 680 Nm, con tracción trasera y una caja de cambios automática de seis velocidades con control activo del diferencial. Respecto al XKR, hablamos de un 8% más de potencia y un 9% más de par. Las cifras también se mantienen inalteradas respecto al coupé: acelera de 0 a 100 km/h en 4,4 segundos y alcanza una velocidad máxima limitada a 300 km/h -ya no hay que comprar un Aston Martin DB9 Volante para ir a 300 km/h con un descapotable británico-.
El chasis ha tenido que recibir algunas mejoras, como una nueva articulación de aluminio en la suspensión delantera -eleva un 23% la rigidez-, una revisión de la geometría de la suspensión trasera, nuevos amortiguadores, muelles más rígidos y llantas de aleación ligera -monta neumáticos Pirelli P-Zero 255/35 ZR20 en las ruedas delanteras y 295/30 ZR20 en las traseras-. El objetivo es mejorar el dinamismo y la sensación que percibe el conductor. El sistema de frenado se dota de unos discos de 380 mm delante y 376 mm detrás en combinación con pinzas de aluminio.
El frontal disfruta de algunas modificaciones, con una entrada de aire más ancha y un spliter de fibra de carbono. La carrocería está rebajada 10 mm respecto al suelo, se ha introducido un spoiler trasero con inserciones de fibra de carbono y un faldón trasero con difusor también en fibra de carbono.
El interior destaca por asientos deportivos de mayor apoyo con 16 posiciones de ajuste y calefacción integrada, volante forrado en piel, cinturones de competición y un pack de acabados en aluminio oscurecido con posibilidad de optar por el Piano Black. Por fuera, está disponible con los colores de carrocería Negro brillante, Polaris White y British Racing Green, seis tonos para la capota y pinzas de freno en color rojo o bronce.
