Así fue como nació la ER-6n, una moto quizá adelantada en su tiempo -por lo menos en España- y que no consiguió despegar hasta casi un año y medio después de presentarse en 2005. Se suponía que venía a cubrir un segmento no muy definido entre las motos de media cilindrada y las de alta, esas con más cilindros y cubicaje comparados con los dos de 324,5cc que sigue manteniendo en esta nueva versión.
Una de las claves para sus inicios titubeantes fue que el principal problema, o enemigo, estaba en casa. La Z750 ha sido el mayor rival que ha tenido la ER-6 y eso a pesado con el tiempo. Vencer a la todopoderosa FZ-6 de Yamaha no era fácil pero poco a poco se fue cumpliendo, aunque no fue destronada por una motocicleta universal como esta sino por la más espectacular y atrevida Z.
Con el paso del tiempo sus líneas se fueron afilando, hasta que 2008 fue un punto de inflexión en la aceptación por parte del público nacional. Un precio más ajustado, unas líneas más próximas a la 750 y un mercado cambiante donde últimamente parece que se han vetado a las motos más -gordas-, siendo el acceso a la obtención del permiso de conducción A cada vez más difícil, además de que la ER-6n sí se puede limitar a 47 CV mientras que la Z no, por derivar de una mecánica con más de 70 Kw (95,2 CV).
Esto ha supuesto también un serio revés al mercado que poco a poco va cediendo a favor de las motos más ¿lógicas?. Lo escribo entre interrogantes porque la lógica es precisamente algo que no impera en nuestro gobierno, con las decisiones que están tomando sobre el mundo de las dos ruedas. En fin, tendremos que acostumbrarnos por si la cosa no cambia. Por ello, durante mucho tiempo hemos apostado por motocicletas como esta ER-6n. Urbana pero con cualidades para la aventura, imponente pero a la vez discreta y suave pero a la vez rabiosa.
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