KIA Track’ster: 245 CV, tracción total y una pinta impresionante.

Pero el Track’ster es también una clara advertencia para aquellos miembros de la manada de urbanos alemanes -Audi A1, Seat Ibiza, Skoda Fabia, VW Polo…- propulsados por la variante de 180 CV del motor 1.4 TSI. Y es que, con 4,15 metros de largo, carrocería ensanchada, pasos de rueda grotescamente sobredimensionados y, según el responsable […]


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Pero el Track’ster es también una clara advertencia para aquellos miembros de la manada de urbanos alemanes -Audi A1, Seat Ibiza, Skoda Fabia, VW Polo…- propulsados por la variante de 180 CV del motor 1.4 TSI. Y es que, con 4,15 metros de largo, carrocería ensanchada, pasos de rueda grotescamente sobredimensionados y, según el responsable de diseño de KIA en EEUU, Tom Kearns, «cara de bulldog», el Track’ster tiene pinta de querer desayunar urbano GTI.

Y puede que el desayuno no le siente mal al estómago: el Track’ster lleva un motor 2.0 turbo de inyección directa de gasolina. Pero no es uno cualquiera: con un turbo Twin Scroll, intercooler y las siglas GDI impresas, se trata de una versión personalizada para KIA del motor 2.0 del Mitsubishi EVO X. Y aunque para esta ocasión KIA ha declarado una potencia máxima de 245 CV, no debemos olvidar que en el Kia Sportage esta misma mecánica entrega 275 CV. O que, con el turbo que emplea Mitsubishi, sería capaz de elevar al Track’ster y al listón de la potencia máxima en el segmento de los urbanos hasta más allá de la marca de los 300 CV.

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Las malas nooticias son que, como todo buen prototipo, está plagado de soluciones inviables desde el punto de vista de la producción en serie. Las buenas, que aparentemente todos los escollos ‘prácticos’ se podrían resolver fácilmente. KIA tendrá que alejarlo un poco del suelo, renunciar a buena parte de los 13 centímetros extra de anchura. El Track’ster también tendrá que dejar en casa las ruedas traseras de 285 mm de ancho -aunque las delanteras, de 245 mm, podrían sobrevivir-. Los estribos en carbono tampoco gozan de buen pronóstico, todo lo contrario que la pintura bicolor y las luces diurnas de leds. Y sí, vale, tiene pinta de Kia Soul. Pero es que la cirugia estética tiene sus limitaciones… es muy dificil reubicar huesos de la cara, y lo mismo ocurre con los pilares del parabrisas.

Por dentro, el diseño y los acabados parecen tan viables como excelentes, con el salpicadero tapizado en alcántara y un puesto de conducción en el que sólo desentonan unas palancas del volante anormalmente gruesas, unos pedales con pinta de ser tan deslizantes como una pista de curling el día de la final olímpica y unos botones del volante que parecen trasplantados de un tablero de Simon.

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En definitiva, un excelente hipotético nuevo jugador para la liga de los superminis extraordinarios. Recemos para que al departamento de márketing le cuadren las cuentas y le enciendan el semáforo verde cuanto antes.

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