Prueba Lamborghini Sián 2021: ver para creer
¿Le daría Marcello Gandini el visto bueno al Lamborghini Sián? No puedo evitar hacerme esta pregunta cuando me encuentro por primera vez este coche de aspecto extraordinario, no en el stand del salón de Frankfurt, sino mientras lo bajan de un camión en un aparcamiento desierto cerca del Cabo Beachy, al sur de Inglaterra.
Son las 6 de la mañana y a estas horas nadie más está despierto en este lugar. Estoy solo yo, un pequeño equipo de apoyo de Lamborghini y el fotógrafo de Aston Parrott, más entusiasmado que nunca. Ya está deseando ponerse en marcha y empezar a hacer fotos, puesto que cada segundo que pasa la luz está más tétrica e interesante. Bajo esta luz, la pintura Verde Gea (verde hielo) del Sián está empezando a destacar.
Pero quiero quedarme ahí un momento y asimilarlo todo, ya que al natural y en un entorno corriente como este, el Lamborghini Sián es realmente digno de ver. Su apariencia se dice que estuvo influenciada por el trabajo de Gandini, quien por supuesto fue responsable de algunos de los Lamborghini más famosos y estrafalarios, incluidos el Countach y el Diablo. De igual forma que aquellos coches rompían cuellos a su paso, el Sián también lo consigue, aunque a estas horas no hay nadie.
Resulta enorme, precioso y aterrador, todo a la vez. Cuando arranca su V12, y no estoy exagerando, se me seca la boca y un escalofrío recorre mi cuero cabelludo. Hasta me entra mal cuerpo, a pesar de estar en este aparcamiento, al lado de una carretera a la que llevo viniendo más de 30 años.
Y de repente vuelvo a la realidad, cuando el fotógrafo me indica firmemente que nos tenemos que poner en marcha o nos perderemos lo que buscábamos. Así que me subo al coche o, para ser más exactos, apunto mi coxis con precisión hacia el asiento de carbono forrado en cuero del Sián y me dejo caer, intentando no dejarme una oreja por el camino. Una vez dentro, presiono el duro acelerador con toda la cautela que puedo para maniobrar el coche hacia una posición que le guste a Aston, intentando también no hacer mucho ruido para que los amables vecinos de las cabañas de alrededor no se despierten y comiencen a pegarnos gritos.
Pero intentar no hacer ruido ni llamar la atención en un coche que cuesta más de 3 millones de euros antes de impuestos y cuyo motor 6.5 litros V12 en frío parece estar a escape libre, no es nada fácil. A pesar de ello, las luces de las cabañas siguen apagadas (quizá es demasiado pronto incluso para ellos) y 25 minutos después tenemos una decente colección de imágenes al amanecer y una versión más contenta de Aston Parrott con la que trabajar el resto del día.
El Sián, como puede que ya sepas, está basado descaradamente en el Aventador Super Veloce Jota (SVJ). Tiene el mismo chasis y suspensión, el mismo eje trasero direccional, los mismos frenos carbocerámicos, los mismos y enormes neumáticos Pirelli de 20 pulgadas delante y 21 detrás, además de prácticamente el mismo interior, salvo por algunos detalles cuyo objetivo es hacer que el interior del Sián se sienta lo más especial posible sin que los diseñadores de Lamborghini tengan que gastar mucho dinero cambiando la arquitectura base.
El Lamborghini Sián resulta enorme, precioso y aterrador, todo a la vez
Incluso el motor 6.5 litros V12 le resultará familiar a cualquiera que conozca las diferencias entre un SVJ y un Aventador normal, con las mismas medidas para reducir las fricciones internas y válvulas de admisión de titanio, pero en este caso con una potencia máxima superior, que pasa de 770 CV a unos sonoros 785 CV a 8.500 rpm. Lo único es que sí hay una diferencia importante: el Sián también tiene un sistema mild hybrid formado por un supercondensador y un motor eléctrico de 48V que va integrado en la caja de cambios manual robotizada de siete velocidades, que por lo demás es idéntica. Esto no sólo ayuda a cubrir el vacío de par motor en las transiciones entre marchas y a recargar el sistema a través de la frenada regenerativa, sino que también aporta 34 CV extra, lo que lleva la potencia total del Sián hasta los 819 CV, que se reparten entre las cuatro ruedas.
Gracias a un intensivo, quizá hasta excesivo, uso de fibra de carbono, el peso en vacío del Sián se ha recortado hasta 1.600 kilos, y el sistema híbrido sólo aporta 34 de esos kilogramos. Lamborghini también asegura que el sistema ofrece “una excelente relación peso-potencia de 1 kg/CV”. Dicho de otra forma, añade 34 CV y 34 kilos. El resultado final es una relación peso-potencia de 1,95 kg/CV, que mejora levemente los 2,19 kg/CV del SVJ. De igual forma, el 0 a 100 km/h se estima en “menos de 2,8 segundos” frente a los 2,8 segundos justos del SVJ, mientras que la velocidad punta se mantiene en “más de 350 km/h”.
Más relevante resulta la afirmación de que el Sián es un 10 % más rápido que el SVJ entre 30 y 60 km/h, en tercera velocidad, y un 20 % más (1,2 segundos más rápido) entre 70 y 120 km/h, a pesar de que el par motor máximo es el mismo; ambos anuncian 720 Nm a 6.750 rpm. Así que es sólo en marcha, y concretamente a medio régimen, cuando notarás una diferencia cuantificable. Tampoco es que el SVJ se sienta especialmente falto de potencia a bajo y medio régimen.
De lo que hablamos aquí es de un tímido acercamiento a esta tecnología, y por tanto de un guiño a la hibridación, y no de un innovador avance hacia un futuro más limpio, como Lamborghini querría hacernos creer. Se trata de un intento de mantener el viejo modelo en el candelero para que siga siendo deseable durante un poco más de tiempo, mientras trabajan en conseguir que el próximo buque insignia de Lambo sea un poco menos inaceptable para Greta Thunberg.
El Sián (o Sián FKP 37, que es su nombre completo) podría por tanto tildarse de ser un inteligente pero cínico gesto por parte de Lamborghini, dado lo similar que es al SVJ a nivel mecánico, y lo mucho que cuesta en comparación. Aunque el Sián ya ha hecho una gran contribución como medio para aumentar el presupuesto en I+D de cara a los próximos modelos, si los jefes de Sant’Agata confían en poder vender 63 ejemplares a más de 3 millones cada uno, que tengan mucha suerte. Y han tenido éxito, ya que las 63 unidades se vendieron en segundos tras ponerse a la venta, en 2019.
Lo que chirría un poco es la nomenclatura. El nombre Sián es una palabra italiana que hace alusión a un rayo que aparece sólo en el norte de Italia (al parecer tienen derechos sobre los eventos naturales en dicha parte del mundo). El número 63 de la zaga hace referencia a 1963, el año en que se fundó Lamborghini. Apuesto a que les llevó al menos cinco minutos idearlo. Y el FKP 37 del nombre es un homenaje a Ferdinand Karl Piëch, nacido en 1937, quien dirigió Volkswagen durante la adquisición de Lamborghini y fue, por supuesto, un genio de la ingeniería. Incluso así, resulta todo un poco flojo.
Entonces ves y escuchas el coche con tus propios ojos y oídos, resplandeciente en un aparcamiento junto a la costa, justo tras el amanecer, con sus ventiladores soplando para mantener una temperatura constante, con ayuda de las entradas de aire hexagonales de la zaga, que se abren mediante muelles cuando se acumula mucho calor en el vano motor. Llegado este punto, el escéptico que llevo dentro es reemplazado rápidamente por un adolescente con ojos como platos.
Es hora de conducir este coche, piensas. Momento también de refinar tu técnica de acceso para no hacer el ridículo, aunque es complicado. De hecho, imposible. Todo lo que puedes hacer es dejarte caer dentro del habitáculo con la mayor dignidad posible y rezar para no engancharte con nada. Y una vez dentro, ya estás dentro. El asiento es bastante firme pero sujeta muy bien tu espalda. El volante tiene mucho recorrido de ajuste y los dos pedales están casi perfectamente alineados con tus ojos y tu torso, algo que antes no era así en los Lamborghini. La visibilidad trasera es terrible y la configuración de volante a la izquierda hace que salir de un aparcamiento hacia la izquierda sea un ejercicio aterrador, dado que todo lo que queda a tu derecha es un enorme punto ciego. Así que miras el retrovisor derecho, lo vuelves a mirar, aguantas la respiración y sales.
Fabricado sobre la base del Aventador SVJ, el Sián multiplica el dramatismo estético por dentro y por fuera, con guiños a modelos antiguos dibujados por Gandini.
Una vez en marcha, lo primero que notas es la calidad de rodadura. Es firme pero para nada mala. La amortiguación tiene una suavidad y un control que simplemente no esperabas en un coche como este, en una carretera como esta, ni siquiera en el modo Strada. Al mismo tiempo, no obstante, la respuesta del acelerador no es deliciosa en este modo y los cambios de marcha son sorprendentemente torpes. Siempre lo han sido en el Aventador cuando se deja en modo Strada/auto y, siendo la del Sián la misma caja ISR robotizada y monoembrague, está claro que no ha cambiado mucho.
Así que instintivamente cambias al modo Sport de manera inmediata y la respuesta del acelerador se vuelve mucho más natural, más agradable. La suspensión también se torna más firme y ruidosa, pero no necesariamente peor, mientras que la dirección no se siente apenas diferente, con una precisión algo tosca que ni enamora ni lastra especialmente la experiencia. Querrías tener más feedback a través del volante, por supuesto, pero llega suficiente información a las yemas de tus dedos como para mantenerte bien informado sobre lo que pasa en las ruedas delanteras. Simplemente el flujo de datos no es efervescente. Es meramente un intercambio de información, ni más ni menos. Los cambios de marcha al menos se avivan en Sport, aunque incluso aquí la transmisión no es lo que idealmente querrías. Le falta la inmediatez y la claridad de las mejores cajas de doble embrague, lo cual es una pena.
Por otro lado, el ruido del escape y la entrega de par motor se vuelven mucho más afilados pero también más suaves cuando seleccionas Sport, y eso es antes de que hayas hecho nada significativo con el acelerador ni hayas cambiado al modo manual, esto último muy importante si quieres sentirte conectado con este coche. Si lo dejas en automático, salvo que vayas de paseo, la caja tiene vida propia, y una que no está especialmente alineada con la mente de un humano normal.
Así pues, selecciono Corsa y presiono el botón marcado con la letra ‘M’ (de manual), a la derecha del selector de modos. Entonces piso fuerte el acelerador en segunda velocidad, tercera, cuarta y aquí es donde el Sián explota, o más bien entra en erupción, cobra vida, y por fin te hace sentir que quizá valga la irrisoria cantidad de dinero que cuesta. Quizá…
La calidad del sonido que sale de los tubos de escape, y que invade por completo el habitáculo a medida que el V12 grita diabólicamente en segunda marcha, desde 5.000 rpm hasta el limitador, en 8.500 vueltas, es algo que no se olvida fácilmente. Suena muy, muy alto, más que cualquier otra cosa, hasta el punto de que la señorita Thunberg podría sentir la aceleración en la rotación de su querida Tierra, quizá durante medio segundo, si es que alguna vez tiene la suerte de escuchar un Sián a pleno pulmón. Y en todo caso sólo se vuelve más y más sonoro, y más espléndido todavía cuando cambias a tercera y cuarta, y el motor tarda un poco más en merendarse las revoluciones, dándote más tiempo para apreciar la complejidad (y el salvaje volumen) del sonido que emite.
La aceleración en marchas cortas es absurda, incluso incómoda a nivel físico
La aceleración que ofrece el Sián en marchas cortas (en cualquiera de las cuatro primeras velocidades por encima de 3.000 rpm) es totalmente absurda, incluso incómoda a nivel físico, cuando se experimenta en los confines de una carretera abierta. Y esto es algo que también lo hace genial, ya que cuando quieres que se desboque no lo haces durante mucho tiempo, puesto que sabes que la respuesta está ahí y te dejará descolocado en el momento que quieras. Algo así como ser una potencia nuclear, supongo.
Subjetivamente, el motor eléctrico parece suplir bien los vacíos entre marchas, suavizando los cambios a fondo, en los que otros Aventador generan un golpetazo indeseado. La caja de cambios, una vez en modo Corsa/manual, funciona de forma genial, todo hay que decirlo.
Sí, son los cambios en el chasis y en la dirección en modo Corsa/manual los que dejan mayor huella y durante más tiempo. En este sentido, es impresionante cómo se puede cambiar la personalidad del Sián de forma tan radical con sólo apretar dos pequeños botones. Es una verdadera transformación Jekyll y Hyde, hasta el punto de que se siente como un coche de carreras, pero uno que con un poco de imaginación es utilizable en carretera. Al fin y al cabo, si vas a conducir un coche como el Sián, ¿vas a estar más preocupado por a) que pueda ofrecer comodidad de marcha y refinamiento o b) que pueda hacer explotar tu corazón al exprimirlo a fondo, como dijo Nigel Mansell una vez? La respuesta es evidente, por supuesto, pero es encomiable que pueda cumplir en ambos aspectos, si seleccionas el modo adecuado.
No creas que el Sián no puede controlar los movimientos de carrocería o virar con precisión, o que no se detiene apropiadamente por tratarse de un viejo Lamborghini que se desmorona cuando se le exigen las tareas más difíciles. En modo Corsa el Sián es duro, sí, pero también es milimétricamente preciso en sus respuestas y tiene una tracción casi total en seco. Su gran carrocería es ancha pero su control no es torpe, y sus enormes frenos de carbono tienen inmensa potencia y gran tacto cuando los usas a fondo.
El poderoso 6.5 litros V12 desarrolla 785 CV; el motor eléctrico, integrado en la caja de cambios aporta 34 CV
Una vez comprendes todo esto, puedes conducirlo y apoyarte en él con mucha más decisión de la que podrías imaginar en una carretera como esta del Cabo Beachy. A decir verdad, no se me ocurre nada en este momento que pudiera seguirle el ritmo en una carretera como esta. Es así de rápido, así de capaz y así de drásticamente efectivo a la hora de recorrer distancias, siempre y cuando tengas la actitud correcta y el coche esté en su ajuste adecuado. Y esto es probablemente lo más sorprendente del Lamborghini Sián, teniendo en cuenta que desde fuera podría parecer todo postureo.
“El Sián es una obra de arte en cuanto a posibilidades”. Eso dijo el antiguo jefe de Lamborghini, Stefano Domenicali, antes de irse a dirigir la Fórmula 1. Y su mayor logro, podríamos concluir, ha de ser el haber conseguido ingresar tanto dinero para Lamborghini con un diseño tan diferente al SVJ, aun siendo fundamentalmente el mismo coche. Y de ahí la posibilidad de que sea también una obra de arte de la rentabilidad.
Pero con un vistazo al Sián al natural, entre el tráfico normal del día a día, podrías empezar a ser menos escéptico al respecto. Y si tienes la suficiente fortuna de dar un buen paseo con él, podrías incluso empezar a pensar que realmente vale ese astronómico precio. No lo vale, por supuesto, pero esa no es la razón de ser de coches como este. En todo caso, Marcello Gandini seguro que daría su visto bueno.
Ficha técnica Lamborghini Sián FKP 37
- Motor: V12, 6.498 cm3, más un motor eléctrico
- Potencia: 819 CV a 8.500 rpm (combinada)
- Par: 720 Nm a 6.750 rpm
- Peso: 1.600 kg
- Relación peso-potencia: 1,95 kg/CV
- 0-100 km/h: < 2,8 segundos
- Velocidad máxima: > 350 km/h
- Precio: Más de 3 millones de euros (más impuestos)