La asombrosa historia de las «factorías en la sombra» británicas

Las shadow factories o "fábricas en la sombra" fueron cruciales para impedir que los nazis ganaran la II Guerra Mundial. Además, acabada la guerra, una de ellas vio nacer a uno de los iconos de la historia de la automoción: el Land Rover.
No estaban escondidas ni eran clandestinas. Las «fábricas en la sombra» o shadow factories británicas surgen en un lejano 1935 bajo el Shadow Scheme (el «plan en la sombra»), ideado por el gobierno del Reino Unido ante el inminente conflicto bélico con la Alemania Nazi de Adolph Hitler. Es un episodio de la historia reciente del que se ha hablado muy poco, pero sin el cual, probablemente, habríamos vivido algo muy parecido a lo que refleja The Man in the High Castle, la célebre novela de Philip K. Dick convertida posteriormente en serie de televisión.
Liderado por Herbert Austin (el diseñador y fabricante de los coches que llevaban su apellido), el plan contemplaba un trasvase de tecnología y de recursos de la industria del automóvil a la industria aeronáutica, con la adaptación de fábricas de automóviles para la producción de aviones bélicos y la creación de nuevas fábricas que pudieran servir también para ambos usos; de este modo, la fabricación de aeronaves, motores de aviación y armamento se hacía siempre «a la sombra» o al amparo de un fabricante de automóviles; de ahí el nombre del plan.
Esto permitía diversificar enormemente la producción de aviones y armamento a lo largo y ancho de toda la isla, de forma que, por una parte, fuera imposible bombardear todas las fábricas y desabastecer al ejército, mientras que, por otra parte, se asegurase una gestión eficiente de las factorías, ya que al frente de cada una de ellas no se encontraba un tecnócrata del gobierno o un militar inexperto en estas lides, sino un empresario de la industria del automóvil que ya había demostrado una buena gestión dirigiendo su respectiva fábrica.
Época dorada del automóvil en Reino Unido
Y es que en los años 30, la industria del automóvil en Reino Unido vivía una auténtica época dorada. Desde 1932, Reino Unido era el mayor fabricante europeo por número de unidades, acercándose a los 400.000 automóviles y 115.000 vehículos industriales anuales antes del inicio de la II Guerra Mundial.
Acabada la guerra, las fábricas en la sombra corrieron distinta suerte. Durante décadas, Banner Lane (gestionada por la automovilística Standard), construyó los tractores Ferguson. Browns Lane, que fabricó motores de aviación bajo la dirección de Daimler en pleno conflicto bélico, produjo posteriormente automóviles Jaguar hasta bien entrado el siglo XXI.
Castle Bromwich pasó de fabricar máquinas de coser a ensamblar casi 12.000 cazas Spitfire y bombarderos Avro para acabar dividida y convertida en la actualidad en centro de desarrollo de Dunlop y en fabricante de piezas de estampado de Jaguar. Crewe pasó de ser una granja a fabricar motores de aviación Rolls-Royce, y actualmente produce los lujosos modelos de Bentley, mientras que lo que no era inicialmente más que una granja en Lode Lane (Solihull), acabaría convertida en la mítica factoría de Land Rover, en la que hoy se ensamblan los modelos de motor longitudinal de Jaguar, Range Rover y Land Rover… a excepción del nuevo Defender, que por azares de la vida ha elegido nacer en Eslovaquia, en la que fue la primera nación en sumarse al eje de la Alemania nazi y liderar la invasión de Polonia; caprichos de la globalización y de la historia.