Los coches outlet

Este curioso término inglés, que no tiene traducción literal pero que puede interpretarse como -dar salida a algo-, ya lo conocemos desde hace años en el sector de la moda. Ropa descatalogada de pasadas temporadas, o con pequeñas taras de fabricación, encuentra hoy salida en tiendas especializadas alcanzando volúmenes de ventas ciertamente brillantes. La fórmula […]


Este curioso término inglés, que no tiene traducción literal pero que puede interpretarse como -dar salida a algo-, ya lo conocemos desde hace años en el sector de la moda. Ropa descatalogada de pasadas temporadas, o con pequeñas taras de fabricación, encuentra hoy salida en tiendas especializadas alcanzando volúmenes de ventas ciertamente brillantes. La fórmula comercial es tan sencilla como exitosa y en ella se están aplicando ya la mayoría de los fabricantes de automóviles que, a diferencia de los de vestir, ofertan modelos que llevan tiempo en stock pero en ningún caso, y es importante dejarlo claro, con defectos de fabricación.

El método de compra de los coches outlet es muy simple, aunque para ello necesitaremos del uso de Internet. En webs sencillas y bien estructuradas, las marcas ofrecen a diario decenas de modelos con precios de saldo que rondan de media los 4.000 euros de descuento. Incluso se pueden llegar a encontrar súper chollos como el descubierto al azar por autofácil: un Fiat Ulysse 2.0 JTD con una rebaja de 9.300 euros.

La parte negativa de este novedoso método de compra es que, hoy por hoy, el cliente debe desplazarse para formalizar la compra hasta el concesionario que tiene el coche elegido; con la única excepción de Mazda que transporta el vehículo hasta el concesionario más próximo al comprador. Plausibles son también los casos de Alfa Romeo, Fiat, Kia y Lancia que ponen operadoras al servicio de quienes no tienen Internet para que sean ellas las que busquen los coches siguiendo las indicaciones de los clientes interesados.

Algo bueno nos está trayendo esta interminable crisis y es que toda aquella marca que quiera vender no tendrá más remedio que buscar nuevas y atractivas fórmulas que mimen al bendito cliente. Y es que cliente somos todos.

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