De este modo, el Impreza se desarrollará como un compacto versátil, con buena habitabilidad, una buena economía de combustible, respeto al medio ambiente… es decir, como cualquier rival medio europeo dentro de este segmento. Se potenciará el uso de mecánicas diésel, aunque sin perder el espíritu de este modelo. El WRX, por su parte, seguirá abanderando el lado más radical de la marca, pero de manera independiente del Impreza -compartirá con éste algunas partes de la estructura del chasis, pero poco más-. Respecto al actual, el futuro WRX utilizará una plataforma más corta, para abandonar la imagen de berlina y acercarse a la de un coupé.
Y es que Subaru ya tiene en mente su vuelta al Mundial de Rallyes, y por ese motivo necesita un arma de garantías para poner en jaque el dominio de Citroën. Todo parece indicar que el próximo bólido de la marca japonesa para el WRC se desarrollará sobre el nuevo WRX, y esto también se verá en el modelo de calle. Es más que probable que el futuro deportivo abandone el motor 2.5 de 300 CV por un 1.6 turboalimentado de 270 CV, que garantizará unas prestaciones sobresalientes y una mayor eficiencia. Las prestaciones no deberían verse muy mermadas gracias a la reducción de tamaño y peso.