De «Luike» he admirado y admiro su claridad de ideas y su deseo de rodearse de los mejores. No es por casualidad que personajes como Azpilicueta, Domínguez, Arturo de Andrés, «Canomanuel», «Rizos» Muñoz, Sáez de Cámara o Alberto Mallo hayan formado parte de su equipo. Me ha gustado mucho el comentario de que antepuso siempre su vocación de periodista a la de empresario, y a los hechos me remito, ya que más de un artículo de pruebas de automóviles de, por ejemplo, Arturo de Andrés demuestran que su patrón antepuso la opinión justificada de «su» periodista a posibles represalias en forma de pérdidas de publicidad, lo que hizo que los lectores valorásemos a Autopista como una revista de referencia. Si a ello unimos sus excelentes crónicas sobre el deporte del motor, tendremos una publicación fundamental desde un punto de vista histórico. Por experiencia propia, puedo decir que cuando se buscan datos y referencias deportivas, Autopista está claramente por encima de otras publicaciones a veces muy sobrevaloradas como Fórmula, y en pruebas de modelos y novedades de nuestro mercado las revistas de «Luike» son indispensables, y además fueron muchas las decenas de sus publicaciones con las que formó un verdadero imperio. Como prueba de su capacidad gestora tenemos que tras su partida del que fuera su grupo ha vuelto con Autofácil y, una vez más, rueda en el pelotón de cabeza, por lo que animo a los aficionados a hacerse con ese libro que, por otra parte, cuesta lo mismo que una revista.
Y dicho lo anterior, también comentaré que el citado libro me sabe a poco y no porque no merezca la pena, sino porque solo con sus anécdotas periodísticas Enrique Hernández-Luike da para muchísimo más. Es como si, por ejemplo, hiciéramos un libro sobre la llamada Transición con no más de doce páginas de texto. Para alumnos de primaria puede valer, pero insisto en que la trayectoria de nuestro admirado «Luike» da mucho más de sí.
Repito que es un libro que vale la pena comprar, porque resume –y lo de resumir se lleva al extremo– la excelente y ejemplar trayectoria profesional del protagonista, expresada como si fuera un currículum con fotos. Además, hay un buen resumen del mundo del motor en España año por año, por lo que insisto en que el libro merece ser comprado, pero es mi opinión que, en lo que se refiere a «Luike», la diferencia entre lo que podría ser y lo que es resulta abismal. Es como rodar en un Ferrari y no insertar más que la primera velocidad. Sin duda merece la pena hacerlo, pero uno se queda con la miel en los labios.