Con el SL 500, Mercedes vuelve a dar un paso adelante sobre el resto de las marcas, con unas impresionantes virtudes en cualquier apartado.
Estéticamente, aúna toda la sabiduría que Mercedes aplica en cualquier modelo de su gama. Así ha conseguido que coches grandes y lujosos pierdan ese lado ‘mastodóntico’ y parezcan más pequeños.
Por dentro y por fuera
El equipamiento del SL
Airbags frontales y laterales, alarma antirrobo, climatizador automático, elevalunas eléctricos, faros de xenón, llantas de aleación, ordenador de viaje, servodirección, volante de cuero multifuncional, tapicería de cuero, pintura metalizada, cierre centralizado con mando a distancia, control de estabilidad, control activo de la suspensión, equipo de audio, ABS, frenado selectivo Sensontronic, sensor de lluvia, techo eléctrico, volante ajustable eléctricamente en altura, espejos retrovisores eléctricos.
Con la llave se puede desconectar el airbag del acompañante . Un mando entre los asientos sirve para descapotar el coche en sólo 12 segundos.
Un cortavientos situado tras los asientos protege a los pasajeros de las turbulencias rodando rápido. Una cinta sujeta los objetos para que no se muevan.
Tras la ‘estrella’ se esconde el sensor del control de distancias -opcional por 2.816€-. Un sistema que, en combinación con el control de velocidad, mantiene la distancia con el vehículo que nos precede, acelerando y frenando de forma automática .
Los espejos incluyen el intermitente . Las llantas empleadas en el SL son de 17 pulgadas y en opción -2.560€- pueden ser de 18.
Hablamos de un vehículo perfecto para el gran público: permite ir muy deprisa, pero no tiene un marcado carácter deportivo, ya que filtra absolutamente todas las sensaciones y emociones con sus numerosos dispositivos.
Para cruzar el vehículo hay que desconectar todas sus ayudas electrónicas y tener mucho cuidado con la inercia de un coche tan pesado . Para salir hay que contravolantear lo justo y dar el gas necesario .
Qué debes saber de…Luis Villamil
Quién es…Luis Villamil es piloto del Campeonato de E
Este modelo tiene una línea que armoniza las curvas con las líneas rectas, en un equilibrio perfecto.
Gran protagonismo recae en su frontal, que me parece extraordinariamente agresivo aunque también la estética del tres cuartos resulta fascinante y a ello se le suman los trazos de la trasera, primero ascedente y luego en declive.
Tiene una mezcla de agresividad y elegancia fundamental y eso suele resultar difícil de conseguir.
Si el exterior es apabullante, una sensación parecida se tiene cuando accedemos a su interior. Para empezar, la llave de contacto no es necesaria para arrancarlo, ya que podemos emplear una tarjeta -opcional por 230e-.
El conductor tiene ante sí 69 mandos, sin contar volante, palanca, pedales, navegador, radio o teléfono… y muchos de ellos tienen varias funciones.
La habitabilidad es suficiente para dos personas. Eso sí, este biplaza está pensado para tallas un poco grandes: con 1,64 metros que mido, no tengo grandes problemas para acomodarme, pero la rodilla derecha se me queda cerca de la voluminosa consola central.
En cuanto a los acabados, le daría casi un diez pero, tratándose de un Mercedes, hay detalles mejorables, como las tapas que cubren los huecos de las puertas -no cerraban bien-, el accionamiento del cubre-equipajes del maletero no es todo lo perfecto que debería y la instrumentación es de un plástico de inferior calidad al resto del coche.
Respecto a su bastidor, aquí también se hace acopio masivo de la electrónica.
Por ejemplo, las suspensiones están reguladas electrohidráulicamente y se adaptan a la carretera como un guante.
El coche no tiene barras estabilizadoras, pero la electrónica corrige los balanceos ‘bajando’ el coche de un lado y ’subiéndolo’ de otro, impidiendo de la misma forma los cabeceos.
Por otro lado, el SL500 puede variar su altura respecto al suelo automáticamente, en función de la velocidad a la que se circula.
Además, adapta la dureza de las suspensiones al estado de la carretera, aunque también puedes hacerlo tú mismo a través de uno de los múltiples botones que posee.
El resultado de todo esto: para ir muy rápido basta con dirigir el volante hacia donde queremos ir, del resto se encarga él.
Como contrapartida, se trata de un coche con peso de elefante: 1.845 kilogramos, y ese es su principal defecto.
Quiero decir que si le quitamos los controles de estabilidad y tracción conviene ‘atarse los machos’, y ser muy conscientes de lo que vamos a hacer porque, como he comentado, hablamos de un coche de casi dos toneladas, tracción trasera, muchos caballos… y es fácil que se desboque.
No creo que esté pensado para este tipo de ‘desmanes’ (aunque está bien alguna vez disfrutar de las derrapadas, fáciles de controlar por la docilidad y nobleza del Mercedes).
El cambio automático de cinco velocidades tiene un funcionamiento impecable; a la suavidad con la que cambia no se le puede poner ninguna pega… pero no está pensado para su manejo en modo secuencial, no invita mucho a manejar la palanca.
De hecho, al reducir ‘a mano’ resulta brusco. Por otra parte, el sistema de frenos, con antibloqueo y asistente de frenada, cumple bien su cometido.
La dirección es precisa pero está muy filtrada por el tipo de suspensiones. Gira mucho, como en todos los Mercedes, lo que está muy bien para aparcar.
El único ‘pero’ es que le falta cierta inmediatez: en trazados de tipo medio, notas cómo el morro no entra en la curva al primer golpe de dirección; esto no significa que el coche se vaya de frente, sino que es un efecto buscado para hacer el coche menos nervioso.
En cuando a prestaciones, todo lo hace bien: acelerar, recuperar… La velocidad máxima está limitada a 250 km/h y, la verdad, sorprende lo fácilmente que ’sobrevuelas’ la carretera.
El motor tiene 306 CV que, objetivamente, no es mucho para un motor de cinco litros de cubicaje.
No es una mecánica de funcionamiento rabioso, pero garantiza el nivel dinámico que se le supone a este coche.
Sí que llama la atención el poco ruido que llega al habitáculo.
Por último, su consumo ronda los 13/15 litros y supera los 20 en conducción deportiva, aunque no creo que sea algo que asuste a quien se gasta lo que cueste este coche.
En cuanto al precio, no podemos hablar de un coche barato… ni caro.
El precio está justificado por su planteamiento, su tecnología, su conducción exquisita… y una seguridad que se merece un 11. En este aspecto, hoy por hoy, es imbatible, está por encima de cualquier otro producto.
El veredicto de Luis Villamil
Impresionante. No es un deportivo extremo, pero es que tampoco lo pretende. Sí que es un vehículo de placer, capaz de simplificar la tarea de conducir al máximo. Cambio automático de cinco velocidades, radar que mantiene las distancias, sistema antibalanceo en curvas… En resumen, un modelo capaz de extasiar tanto por fuera como por dentro, tanto parado como en marcha. No ha dudado Mercedes en colocarlo por precio entre sus productos más selectos y exclusivos. Por nosotros no hay duda: pocos coches hacen sombra al SL500.
Nos ponemos a los mandos del SL500.- Si la perfección existe dentro del mundo de las cuatro ruedas es muy posible que se llame SL500. Quizá suena exagerado porque no transcurren apenas unos meses cuando aparecen en el mercado otros coches que igualan y superan los logros de modelos que eran considerados, hasta ese momento, lo último de lo último. Pero visto fríamente, colocarse por delante de este coche alemán va a ser difícil, muy difícil. Y no es sólo tecnología: estamos ante uno de los coches más bellos de principios de siglo, que se aprovecha de las ventajas de su techo retráctil para ofrecer dos modelos en uno. Sólo tiene dos plazas, pero ya existen otros Mercedes si necesitamos más espacio. Con los 107.400€ que vale este modelo accedemos a lo más novedoso en tecnología: frenado y suspensiones inteligentes, comodidad asegurada con todo tipo de equipamiento… y ésto ‘aderezado’ -nobleza obliga- con una mecánica de ocho cilindros y potencia ’suficiente’ -306 CV-. Si buscamos más prestaciones, los amigos de AMG ya disponen de una versión que desarrolla la friolera de 476 CV, pero que cuesta nada menos que 141.500€. Equipo de pruebas
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