Localizar la Costa Granadina es situar un destino al que acudir cuando se tiene claro lo que se quiere: mucho sol, arena, una huerta que alimenta a Europa y entregarse a la vida contemplativa.
Conocer además la oferta cultural de la Costa Granadina con visitas a museos, bodegas y edificios históricos de castillos y fortalezas medievales, jardines y espacios arqueológicos visitables a lo largo de todo su litoral son un quehacer perfecto para rellenar esas horas después de la ducha tras un día de playa y antes de la cena al fresco de las noches de verano. Cada pueblo tiene sus reclamos. Un lugar perfecto para el Mazda CX-5 porque las montañas y el mar son su territorio… ¿Dia de playa o tarde de trekking? Da igual, con este coche tenemos soluciones para todo.
1.- La Rábita

Comenzamos en La Rábita, uno de los cinco centros turísticos de la Costa Tropical. El ambiente que aquí se percibe recuerda al desierto. Secarral, altos palmerales, poca vegetación. Aunque la erosión de sus montañas, lo más destacado, es imponente. En su playa, la mayoría son pescadores que pasan sus días lanzando la caña. Así esta actividad es la principal de esta localidad… Aunque también hay turistas durante todo el año, La Rábita es perfecta para pasar unos días en el mar sin agobios.
Pero en su interior también encontramos belleza… En su Castillo, en la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, del siglo XVII, o en la Torre Atalaya. Y su gastronomía, en donde las gachas colorás, los roscos fritos, los boquerones encañaos o las migas con pescado son perfectos para cruzar la calle entre baño, siesta y cervecita.
2.- Castell de Ferro

Para alcanzar este segundo destino decimos adiós a la A7 para conducir por la N-340. Es otro lugar natural de la Costa Granadina. Un pueblo costero a orillas del Mediterráneo coronado en su cima por los restos de su castillo, el mismo que le dio nombre a esta tranquila parada. Sea como sea, desde lo alto del cerrillo en el que sigue continúa ejerciendo una inquietante curiosidad.
Desde allí se vigilaba la llegada de los piratas berberiscos por ser la bahía de Castell de Ferro un punto de desembarco. Las barcas de los pescadores casi toman el paseo marítimo del pueblo. Si queremos subir a los pueblos del interior nuestro Mazda CX-5 puede darnos muchas alegrías.
En sus playas y pequeñas calas uno encuentra el relax que otorgan los huecos aún sin masificar… Más de 7 km de costa en los que disfrutar del mar y el snorkel. Las playas del Sotillo y de Castell son las principales. La de Cambriles, con tramos bastante vírgenes, se extiende hacia la frontera con Rubite.
3.- Calahonda

En verano o en invierno, Calahonda es obligatoria. Aquí la temperatura anual media es de 16 grados, lo que hace que incluso en los fríos meses de invierno el estar se convierta en más que aceptable.
El buceo aquí es la actividad reina. Con un neopreno para los meses más fresquitos todo se siente diferente. En sus aguas transparentes, un sinfín de fauna y flora habitan en los intensos azules turquesas de un mar que bien conocemos. Toda una amplia biodiversidad marina que merece la pena conocer de la mano de las empresas que ofrecen al viajero una de las mejores experiencias subacuáticas. Una vez fuera del agua, dar largos paseos al amanecer o al atardecer sintiendo la arena gruesa y limpia que caracteriza sus orillas es un placer.
Y después de quitarse la salitre, pasear para conocer sus atractivos turísticos fuera del agua. El Farillo de Calahonda, utilizada para asegurar la enorme ensenada de los ataques piratas, la torre del Zambullón o el Castillo de Carchuna, de finales del siglo XVII, fue levantada como fortificación para defender el lugar.
4.- Salobreña

Casas blancas encaladas con maceteros de todo tipo de flores de colores es el reflejo característico de los paisajes de los pueblos andaluces como Salobreña. Esta villa saluda al viajero desde lo alto de un peñón. Y desde su famoso Peñón de Salobreña, al final del paseo marítimo, podemos disfrutar de unas vistas de la costa y de todo el pueblo espectacular. En el Parque de la Fuente, plantas, flores y especies de aves muy variadas relajan el espíritu.
El pasado árabe de Salobreña late aún entre sus calles empinadas y estrechas a través de arcos y puertas de piedra y su castillo, una antigua fortaleza del siglo X. A los pies del castillo, la fértil y verde vega que se extiende, con cultivos de caña de azúcar y árboles de frutas tropicales pueden ser visitadas con un guía. Desde él, las vistas de Sierra Nevada y el suave mediterráneo son espectaculares. Un lugar perfecto sobre todo si encontramos un lugar para aparcar.
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