Abro la puerta y una fuerte fragancia a cuero natural de muy bestia calidad se introduce en mis fosas nasales. La puerta pesa, tiene consistencia, se aprecia desde ese mismo momento que esto está por encima de lo que consideramos alta gama. Hay que agacharse para sentarte, pero no tanto como en un roadster más focalizado en la deportividad.
El asiento es una pasada. El logo de Affalterbach luce en los reposacabezas y las orejeras del respaldo te abrazan con delicadeza. La calidad del cuero a la vista y al tacto es sobresaliente. Hay masaje, ventilación, calefacción, chorro de aire en la nuca… La postura de conducción es muy buena aunque adoptarla no es tan cómodo como me gustaría porque se hace mediante unos mandos, ubicados en la puerta como suele ser en Mercedes, que no son de accionamiento mecánico como antes.

Si cierras la puerta y contemplas el interior, es posible que al principio te abrume un poco. Parece complicado hacerse a él, aunque con el uso al final verás que no es nada retorcido. Mucho menos que en muchos rivales. Es más, para la cantidad de sistemas que incluye este coche, diría que su ergonomía y facilidad de utilización son bastante buenas.
La pantalla central en disposición vertical funciona de forma rápida y tiene sus menús bien estructurados. A los dos días, te manejas por ella con toda la fluidez que querrías. Quizá que integre la función de descapotado sobra un poco. Deslizar el dedito por la pantalla para capotar o descapotar es mucho más incómodo que hacerlo mediante un botón clásico. La pantalla, por cierto, se puede regular en inclinación, algo muy útil para visualizarla mejor cuando circulas sin capota y el sol da de lleno.

Luego está el volante, de inmejorable tacto pero emborronado por teclas táctiles de impreciso manejo. Te obliga a mirarlas cuando quieres activar algo en vez poder hacerlo al tacto. Al menos, los mandos satélite de la parte inferior, que te permiten acceder a los modos de conducción y a la configuración de distintos elementos como la suspensión, el control de estabilidad, el sonido del escape o la inclinación del alerón, sí son de accionamiento mecánico y muy grato tacto.
Y en cuanto a calidad de construcción, bueno, aquí me es realmente difícil poner pegas. Si acaso algún plástico oculto o alguna tapita que no se ve puede tener el aspecto y el ajuste de un coche más normal, pero el 99% de lo que puedes ver y tocar tiene una terminación sobresaliente, sobre todo lo que lleve cuero. Hay bastantes guarnecidos de plástico, pero bien rematados. Los aireadores del salpicadero, por ejemplo, abrirlos y cerrarlos escuchando el clic proporciona una sensación tan agradable que te puedes tirar media tarde haciéndolo.

El cuadro de mandos digital tiene varias visualizaciones entre las que puedes escoger, si bien para mí la mejor es la clásica porque tiene una legibilidad fantástica. El equipo de sonido va firmado por el especialista Burmester. Si el de serie ya es bueno, el opcional de 1220 W (5.187 euros) parece incluso poco aprovechable de lo potente que es.
Por último, podemos hablar de la habitabilidad, punto sacrificado pero que no parece importarle. Con dos holgadas plazas delanteras, que las traseras sean poco utilizables o que el maletero cubique sólo 213 litros de capacidad (240 litros con la capota en su sitio), es secundario. A fin de cuentas esto es un coche para que dos personas viajen con total confort y sin cortarse demasiado con el equipaje a pesar del discreto maletero, puesto que en las plazas traseras pueden utilizarse para tal fin.
No son aptas para que un adulto viaje ahí, ya no digamos dos, sobre todo por altura, puesto que con la capota puesta irá encogido y con la capota quitada le dará el viento en la cabeza. El coche es un 2+2, pero hay que entenderlo con un biplaza. Bueno, pulsemos el botón de arranque porque vamos en breve con la tercera parte de la prueba…
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