
Estéticamente nos encontramos con pocos cambios, como ya nos pasó con el CL. Lo más destacable es una nueva parrilla, un paragolpes delantero remozado con iluminación de día tipo LED, un paragolpes trasero nuevo, unas salidas de escape rediseñadas, faros algo más redondeados y un volante de nuevo cuño. También hay en opción nuevos materiales y colores.
Más potencia
Pero lo realmente interesante de los nuevos CL 63 y CL 65 AMG son las modificaciones mecánicas. El más -pequeño- de ellos, el CL 63 AMG, sustituye el actual bloque de 6.2 litros y 525 CV por un motor 5.5 V8 con dos turbos e inyección directa de combustible que se estira hasta los 544 CV a 5.500 rpm. El par motor también aumenta de los actuales 630 Nm a unos impresionantes 800 Nm entre las 2.000 y las 4.500 rpm. Esto se traduce en una aceleración de 0 a 100 km/h en 4,6 segundos y una velocidad limitada electrónicamente a 250 km/h. Para los que quieran un plus de potencia estará disponible el pack opcional -AMG Performance-, que llega a los 571 CV y limita la velocidad máxima a 299 km/h. Esta versión monta la caja automática deportiva AMG Speedshift de siete marchas. Pero lo más sorprendente es que este aumento de potencia y prestaciones viene de la mano de una caída del consumo y de las emisiones de en torno el 30%: gasta 10,5 l/100 km frente a los 14,9 del actual.
Por su parte, la guinda del pastel, el CL 65 AMG, mantiene el mismo bloque de 6.0 litros V12 twin-turbo y la caja de cambios automática de cinco marchas, pero aumenta la potencia de 612 a 630 CV sin perjudicar el consumo, es más, el gasto cae de 14,8 a 14,5 litros cada 100 km. El par se mantiene en 1.000 Nm, aunque la velocidad máxima deja de estar autolimitada a 250 km/h para hacerlo a los 299 km/h.