Se espera que salgan unas 120.000 unidades al año, de las cuales 50.000 irán a parar a Estados Unidos y Canadá. Igualmente, 100.000 de ellas serán del Fiat 500, pero en Toluca ya se produce el Dodge Journey, y por eso mismo desde allí se enviará a Europa el Freemont, la versión Fiat de dicho modelo. Estos planes suponen el regreso de Fiat a Estados Unidos después de 28 años ausente.
Marchionne es también presidente ejecutivo de Chrysler Group LLC. Como tal, su tarea ahora es conseguir refinanciar los 7.000 millones que, mediante préstamos de alto interés, los gobiernos de E.E.U.U. y Canadá concedieron a Chrysler para evitar su quiebra. Con su habitual estilo desenfadado, Marchionne confirmó que se encuentra en negociaciones con más de un banco pero con menos de diez… «Me siento optimista con lo que veo», fue su mensaje tranquilizador.
También aprovechó para calificar de «estúpida» una posible reedición de la guerra de descuentos en el mercado estadounidense. Allí, General Motors y Toyota han conseguido provocar una subida de las ventas de automóviles mediante agresivas políticas comerciales, que Marchionne ha garantizado que Chrysler no va a seguir.
Pero el anuncio más llamativo ha sido que, a partir de junio, los mexicanos darán la bienvenida a Alfa Romeo a su mercado, mientras que los estadounidenses tendrán que esperar un poco más, hasta 2012. En el caso de Alfa, la producción correrá a cargo de la planta de Saltillo.
El objetivo de Marchionne no es sencillo: Quiere poner el total de ventas del grupo a nivel mundial por encima de los 2 millones de vehículos, lo que supone un incremento del 32 % frente a la cifra de 2010. Tras abandonar la fábrica de Toluca, Marchionne se ha entrevistado con el presidente de México, Felipe Calderón, a quien ha agradecido la ayuda gubernamental para preparar este desembarco en el Nuevo Continente.