A pesar de que las imágenes son oficiales, todavía vemos al Coupé -forrado- de las vestimentas de camuflaje que acostumbramos a ver en las fotos espía, aunque no nos impide reconocer una silueta muy similar a la que ya vimos en el prototipo presentado en Frankfurt en 2009. El Mini Coupé mide 3,72 metros de longitud -3 cm más que el urbano-, con una anchura de 1,68 m y una altura de 1,37 m, es decir, 3 cm más bajo. Esto se traduce en una imagen más deportiva, una intención que también se ha visto secundada con un importante esfuerzo por conseguir un buen agarre y unas prestaciones a la altura de lo que se espera de este fabricante. La agilidad y el agarre se consiguen, en parte, gracias a la incorporación de un alerón trasero móvil, que se despliega cuando se circula a una velocidad superior a los 80 km/h, a la utilización de suspensiones más duras y a un reparto de pesos mejorado para una sensación tipo kart.
Los motores también tienen mucho que decir a la hora de conseguir ese plus de deportividad. La versión básica será la Cooper, con motor 1.6 de gasolina con 122 CV de potencia y 160 Nm de par máximo. Con este motor, acelera de 0 a 100 km/h en 9 segundos, alcanza una punta de 204 km/h y consume 5,4 l/100 km. Por encima se sitúa el Cooper S, que luce el motor 1.6 turbo Twin-Scroll, con 184 CV y 240 Nm -con overboost llega a los 260 Nm-. Las cifras de prestaciones mejoran de manera considerable, pero sin -dañar- demasiado las cifras de consumo: alcanza 230 km/h, llega a 100 km/h desde parado en 6,9 segundos y consume 5,8 litros cada 100 km. El tope de gama será el John Cooper Works, que utilizará el conocido bloque 1.6 de 211 CV y 260 Nm de par. Con él, el Coupé JCW se estira hasta los 240 km/h y acelera de 0 a 100 km/h en apenas 6,4 segundos.
El único diésel disponible será el 2.0 de 143 CV del Cooper SD: desarrolla 305 Nm de par máximo, hace el 0-100 km/h en 7,9 segundos y alcanza los 216 km/h. El consumo es sensiblemente inferior: 4,3 litros.
