El interior sigue la misma tónica, con unos acabados cuyo mejor aval es el tiempo transcurrido. No es que no se note el desgaste, sino que se muestra de forma razonable. Plásticos y guarnecidos no alcanzan los niveles de calidad de hoy, pero cumplen con su cometido y además sobreviven dignamente al uso y el paso de los años.
El ajuste de la carrocería y la resistencia a la corrosión superan la prueba con nota y sólo el envejecimiento de las gomas de ajuste de las puertas resta estanqueidad.
Mecánica simple y fiable
El propulsor es el clásico bloque diésel de 2.477 cm3 con turbocompresor. Su longevidad está más que contrastada, siempre que no se dé un trato exigente en la parte alta del cuentavueltas. No tiene sentido comparar prestaciones y consumos con los de las mecánicas actuales, pero en su día estaban a la cabeza del mercado.
La transmisión trasera con eje delantero conectable a voluntad, se ayuda de una caja de cinco marchas que no plantea problemas; más aún teniendo en cuenta la contenida potencia del propulsor.
La reducción de la tránsfer no es su punto fuerte y podríamos considerarla como larga, lo cual no ayuda a mover el vehículo a plena carga.
Los frenos cumplen, ya que detener las dos toneladas y media a las que puede llegar el peso del vehículo no es una tarea fácil, pero las modestas prestaciones del motor juegan a favor.
La dirección es cómoda y no requiere esfuerzos. Eso sí, a la hora de callejear, los casi cinco metros de chapa obligan a realizar maniobras.
La suspensión sigue el esquema clásico con el que revolucionó el mercado del 4×4 su hermano el Pajero/Montero. Detrás encontramos un eje rígido con ballestas. En definitiva, gran capacidad de carga, poco confort y mediocre tracción.
Además, el diferencial de deslizamiento limitado no consigue solucionar el problema. En el eje delantero encontramos una de las mejores suspensiones independientes que hemos probado, especialmente en cuanto a robustez.
Sus recorridos son cortos y el elemento elástico pierde vigor con el uso, pero mantiene la geometría del eje, a pesar del uso intenso fuera del asfalto. La capacidad de carga y sus cinco plazas proporcionan a este vehículo un buen número de posibilidades de trabajo o actividades de ocio.
Es aquí donde encontraremos sus principales argumentos de uso.
Este pick up es un tipo duro con un temperamento tranquilo.
Si necesitamos un vehículo para trabajar o salir al campo con capacidad de carga y sin desembolsar una cantidad importante de dinero, la segunda generación del L200 nos puede resolver el problema. No se trata de un producto actual, pero sí robusto, sencillo y fiable.
Por dentro y por fuera
Las líneas rectas nos recuerdan los años que arrastra el diseño y el desgaste que podemos observar merece un aprobado, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido.
Los asientos traseros no gozan de un confort apto para largos recorridos. Este problema, puesto de manifiesto hace años, permanece todavía en algunos pick up. La veteranía del modelo se traduce en materiales de batalla y poco confort.
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Ojo con…las debilidades del L200 «Strada»
Regímenes altos…A estas mecánicas modestas les sienta fatal girar en la parte alta del cuentavueltas durante periodos prolongados; la culata se acaba resintiendo. También se pueden dar pérdidas de potencia por fugas de aire en las juntas flexibles del sistema de admisión.
Las barras de torsión ceden… Con el paso de los kilómetros cede la altura de las barras de torsión, lo que conlleva golpear con los topes de la suspensión.
Prestaciones justas… Las escasas posibilidades que ofrece el propulsor obligan a tomarse los viajes con mucha tranquilidad.
La caja de carga admite de todo…Pese al tiempo transcurrido y el uso recibido, la pintura merece un aprobado.El triángulo inferior delantero, ofrece un buen guiado y mantiene las cotas de forma ejemplar.
El eje trasero es muy sólido y las ballestas casi siempre trabajan por debajo de sus posibilidades.
Te aconsejamos…
Elevarlo y protegerlo, pero sin añadirle demasiado peso
Neumáticos específicos para campo. Dadas las escasas prestaciones del propulsor, tendremos que buscar la máxima adherencia y tracción para superar el más sencillo de los obstáculos. Es, por tanto, imprescindible dotar a este vehículo de neumáticos del tipo MT si no queremos quedarnos atascados a las primeras de cambio.
Rodar por el campo no es problema para este vehículo. Unas chapas que protejan la parte delantera (diferencial), central (para la tránsfer) y trasera (para el depósito de combustible) nos permitirán circular por campo con seguridad.
En el eje delantero ajustaremos las barras de torsión (dos tercios en compresión y uno en extensión) y colocaremos unos amortiguadores enérgicos, que ofrezcan más aplomo.
Detrás, las ballestas aportan dureza más que suficiente, así que nos conformaremos con unos amortiguadores de rendimiento cercanos a los de serie.
Si nos gusta complicarnos la vida, este eje pide a gritos un bloqueo de diferencial.
Cronología
1967
1946 Aparece un motocarro con caja de carga, el Mizushima.
1967 Mitsubishi entra en el segmento pick up con el Colt Pick Up y el Delica.
1978 Aunque llevaba diseñado desde 1970, comienza la venta del primer L200, el Forte.
1968
1991 Llega al mercado la segunda generación del L200, también llamado Strada.
1996 Se renueva el modelo y pasa a denominarse Strada II.
2005 Aparece la cuarta generación del modelo, llamado Tritón y fabricado en Tailandia.
Ficha Técnica
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Alternativas otros pick up «Made in japan»
Nissan Pick Up. Con una mecánica de 83 CV, que posteriormente evolucionó hasta los 100, fue la primera alternativa al L200 que apareció en nuestro mercado.
Precio: 5.000 – (1998)
Isuzu Pick Up. Comercializado también como Opel Campo, en la Península hay pocas unidades, si bien en Canarias estuvo más extendido.
Precio: 4.000 – (1995)
Por fuera
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