Hay sanciones de la Guardia Civil que son, de vez en cuando, difíciles de comprender. El último ejemplo ha sido el de un conductor que circulaba por el km 236 de la A-3, el cual ha sido multado con 200 euros por, al adelantar el vehículo precedente y darse cuenta de que era un radar camuflado, frenar considerablemente sin previo aviso para evitar la sanción. Algo que, al final, se ha convertido en un arma de doble filo, pues ha recibido una denuncia por la propia acción de frenar.
Lo cierto es que el Artículo 53 del Reglamento General de Circulación dice lo siguiente:
1. Salvo en caso de inminente peligro, todo conductor, para reducir considerablemente la velocidad de su vehículo, deberá cerciorarse de que puede hacerlo sin riesgo para otros conductores y estará obligado a advertirlo previamente del modo previsto en el Artículo 109, sin que pueda realizarlo de forma brusca, para que no produzca riesgo de colisión con los vehículos que circulan detrás del suyo.
2. Las infracciones a las normas de este precepto tendrán la consideración de graves, conforme se prevé en el artículo 65.4.c) del texto articulado.
Por lo tanto, en teoría, la multa no está mal puesta, pero? ¿cómo pueden demostrar los agentes la reducción de velocidad y que ésta ha puesto en peligro a los demás conductores de la vía? En cualquier caso, este tipo de sanciones abre el debate sobre el plus de productividad a cobrar por dichos agentes. Recordemos que el pasado 1 de abril la DGT modificó los requisitos para obtenerlo a final de mes, como te contamos en este artículo.
