Ahora ya se ha implementado la reducción de velocidad a 30 km/h en las vías urbanas de menos de dos carriles para cada sentido y supone, de facto, que la mayoría de ciudades pasan a ser ciudades 30. Ojalá esta medida recaude vidas y se reduzcan los atropellos y las fatales consecuencias de estos, de lo que no tenemos duda en RiveKids es de que se va a aumentar el importe de recaudación por sanciones.
Es evidente y lógico que ciertos cambios en los límites de velocidad requieren de un tiempo de adaptación, tanto por parte de las administraciones como de los ciudadanos, para su cumplimiento y por eso se ha dado un margen de 6 meses en el caso de la reducción de velocidad en ciudades. ¿Estamos cumpliendo ya esta limitación? ¿Cuándo la empezaremos a cumplir de forma mayoritaria? Solo el tiempo y seguramente los radares en ciudad lo dirán.
Las velocidades máximas en carreteras nacionales pasaron de 100 a 90 km/h en enero de 2019. A mediados de 2021 los fallecidos en este tipo de vías que han reducido su velocidad no han bajado y el cumplimiento de la norma con o sin pandemia no es, ni mucho menos, de la mayoría de los conductores.

Sin cumplir de forma masiva la limitación de 90 en las carreteras convencionales sale el rumor de una bajada a 70 km/h para estas. Una norma no creíble no se va a cumplir, ni en seguridad vial ni en otros ámbitos.
Ya pasó con las autovías a 110 km/h, medida que, con o sin tinte político, no tuvo el apoyo social suficiente como para mantenerse. Dentro de toda esta implantación de las ciudades 30 se lanzó la posibilidad de cobrar un peaje en las autovías y la presión social ha conseguido aplazar la medida unos años.
Todos somos conscientes de la necesidad de frenar la pandemia que suponen los fallecidos y heridos graves en accidente de tráfico, todos queremos que pare, sin embargo, la administración parece tener solo una medicina: menos velocidad y más sanciones. En RiveKids entendemos que si no se complementan estas medidas con mejoras importantísimas en las infraestructuras, más agentes con más medios para las carreteras y ciudades y un fuerte plan de educación vial a la ciudadanía y formación vial a los profesionales, todo lo anterior será insuficiente.
Bajar la velocidad a 30 km/h en las ciudades reduce la severidad de los atropellos en caso de producirse, pero no tiene porqué reducir el número de atropellos en sí mismos. Para reducir el número de atropellos hay que investigar de forma técnica las causas reales y abordar medidas técnicas para evitarlos. En muchas ocasiones el mobiliario urbano o la señalización reducen la visibilidad tanto del conductor como del peatón. Una fuerte campaña de educación vial en las familias y especialmente en las entradas y salidas de los centros escolares, es más efectiva a corto, medio y largo plazo que todas las sanciones por exceso de velocidad juntas.
Eduquemos a las familias a compartir la vía con el resto de usuarios de la misma y lamentaremos menos pérdidas. Construyamos y mantengamos infraestructuras pensadas por y para la seguridad de todos los usuarios de la vía y lamentaremos menos pérdidas. Finalmente sancionemos a los individuos que no cumplan las normas.
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