Nos montamos en el nuevo Porsche 911

Hace unos días Porsche nos invitó a probar el nuevo 911 Carrera, ¡y nada menos que en Weissach! La cosa prometía.


La mítica fábrica de Stuttgart no es un sitio que se pueda visitar todos los días, así que ya nos relamíamos en nuestra suerte; el móvil y la cámara de fotos estaban a punto para disparar. Pero no tan rápido, ya que tampoco es un lugar abierto al público, sino más bien uno de los almacenes de secretos mejor guardados de Europa, y precisamente por eso nos dieron el alto a la entrada… y nos ‘quitaron’ el móvil y la cámara.

Diez minutos de recorrido por el interior de la fábrica y llegamos hasta la pista de pruebas. Ahí está, el nuevo Carrera. ¿En serio es nuevo? A primera vista no lo parece, pero algo ha cambiado en la línea de todo el conjunto: el frontal también es diferente, en los faros diurnos y en las entradas de aire. Y la trasera también tiene algo nuevo; tres aperturas de refrigeración, y un alerón más pequeño; las llantas son de nuevo diseño. Lo mejor está por dentro, y no sólo en el habitáculo; el motor ha cambiado. Ahora es algo más pequeño de cilindrada -es un 3.4- pero ha mejorado en su rendimiento y ofrece algo más de potencia: 350 CV.

La mala noticia es que no se puede conducir, únicamente vamos de copiloto y apenas tocamos a una vuelta. Nuestro piloto es un joven ingeniero del departamento de chasis. En la primera vuelta, a ritmo de paseo, nos explica algunos detalles técnicos de la nueva generación, como la nueva caja de cambios manual de siete velocidades con el dispositivo que impide llegar a la séptima si no se viene de quinta o sexta; las bondades de la nueva dirección electromecánica con un aprovechamiento más eficiente de la energía; el sistema PDCC o de Control Dinámico del Chasis, que es una suerte de sistema antibalanceo y que, gracias a unos estabilizadores, logra equilibrar el balanceo de la carrocería en los giros y en las inclinaciones laterales.

-Empezaremos con el launch control-, indica. El motor ruge hasta casi el corte, 8.000 rpm, pero no nos movemos. Se nota cómo giran las ruedas traseras en el sitio. El conductor suelta el freno y ¡allá vamos! El 911 sale disparado como un cohete pero sin violencia, toda la potencia queda controlada gracias a la electrónica. La fuerza de la salida nos hunde en el asiento. Apenas hay tiempo para un ajuste más del cinturón y la primera curva llega enseguida, gira casi de golpe y entra rápidamente con una trazada limpia. Los frenos carbo-cerámicos funcionan a la perfección. El balanceo es apenas perceptible y a pesar de la relativa brusquedad del paseo vamos realmente cómodos: cuesta creer que rodamos tan deprisa de no ser por la velocidad con la que pasa el paisaje.

El motor sube y baja de revoluciones sin descanso y sin fatiga. El sonido es embriagador: ronco, grave, lleno de matices. Notas cómo el motor aspira y succiona; las válvulas abren y cierran. Se rumorea que es el mejor 911 construido hasta la fecha y que en apenas 75 metros al volante ya se percibe esa sensación. Esperemos que esa ocasión no tarde en llegar para nosotros para podértelo contar en primera persona.

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