Al poco tiempo se estropearon los altavoces y el portón trasero; pero eso no fue lo más grave. Cuando el coche sólo tenía seis meses y había recorrido 15.000 kilómetros, empezamos anotar unas molestas vibraciones. Lo llevamos al taller oficial donde lo compramos y nos dijeron que este modelo había salido con un fallo de fábrica y que lo estaban estudiando unos ingenieros de la marca en Alemania. Al cabo de unos días nos aseguraron que el problema se solucionaría -reseteando- la centralita; así lo hicieron, pero a los dos o tres días dejó de funcionar bien y volvieron las vibraciones. En el servicio de Atención al Cliente nos dijeron que cambiásemos de servicio oficial, así que fuimos a otro -Motor Leyva- donde descubrieron que el turbo estaba roto y lo cambiaron. No obstante, no se solucionó nada, así que le sustituyeron los inyectores varias veces y el embrague porque patinaba… y otra vez lo mismo: vuelta al taller. Esta vez le cambiaron el freno de mano y un soporte del motor que tenía una fisura. Sin embargo, el incidente persiste y ya no sabemos qué hacer, porque la marca no nos da una solución.
Según el gabinete de Prensa de Opel, todo se ha solucionado con una correcta limpieza del circuito de inyección y el vehículo se encuentra en perfecto estado de funcionamiento.
