S i hubiera que destacar una localidad especialmente privilegiada entre los pueblos de la comarca de Sobrarbe, Aínsa sería el primero que vendría a la cabeza a muchos de los que lo conocen. Enclavado en un paisaje con no muchos rivales a su altura, sus construcciones hablan de un lugar legendario, con raíces antiquísimas. Calles de piedra, unas murallas que han soportado el paso del tiempo y un entorno como de cuento hacen de Aínsa un pequeño paraíso en el Pirineo.
Hace más de medio siglo que fue declarada Conjunto Histórico-Artístico, en parte, por los innegables aires medievales que todavía se pueden respirar en sus calles, en las que se alza un castillo, la plaza Mayor, la iglesia de Santa María o las casas Arnal y Bielsa.
Además de su patrimonio, es un punto perfecto para iniciar una gran variedad de rutas tanto a pie como en bicicleta para conocer rincones totalmente vírgenes que acogen con los brazos abiertos a los visitantes, que suelen regresar a casa con ganas de repetir.
Biescas
Biescas es una de las consentidas de la naturaleza; históricamente, única puerta de entrada para acceder a los valles de Ara y de Tena, sus tradicionales calles y su Plaza Mayor le aportan un coqueto atractivo.
Torla-Ordesa
Torla Ordesa es la preferida de muchos por sus vistas y sus floridas calles: sus balcones, decorados con macetas llenas de flores, la convierten en un espacio perfecto para quienes buscan belleza y tranquilidad.
Bielsa
Situado en los cruces de los ríos Cinca y Barrosa, se encuentra a 10 kilómetros de la frontera con Francia. Aunque la Guerra Civil acabó con parte de su patrimonio, mantiene rincones especiales como su puente románico..
Buerba
Es el punto de encuentro para los amantes de la montaña y la naturaleza, pero también destaca por su arquitectura popular. Las chimeneas invitan a acomodarse y a disfrutar de la desconexión con aroma de madera.
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