Patinetes eléctricos: del odio al deseo

Los vehículos de movilidad urbana (VMU), especialmente los patinetes eléctricos, han pasado en pocos meses de ser los odiados por invadir las aceras a ser uno de los regalos estrella.


El patinete eléctrico, como abanderado de los VMU, es el vehículo que más está dando que hablar últimamente en las grandes ciudades. Su irrupción está causando muchos quebraderos de cabeza a unas instituciones públicas que, aunque quieren regularlo, no acaban de ofrecerle un espacio acorde en las ciudades.

Por cualquier lado y en cualquier sitio

Una de las razones por las que el patinete eléctrico está en boca de todos, y con no demasiada buena estima, es porque directa o indirectamente ha afectado a una gran cantidad de colectivos. Es en parte el compendio de todas estas razones las que causaron el pasado 4 de diciembre el cese de las licencias de operación a las empresas de sharing en Madrid.

Los peatones se quejan por partida doble. Por un lado ven impropio que los VMU circulen por la acera, ya que se trata de un espacio que debería ser de seguridad y tranquilidad para el viandante y no un lugar en el que prestar atención a terceros. Y por el otro, se quejan de que los vehículos dispuestos por las empresas de sharing quedan aparcados sin respetar ningún código de estacionamiento, y muchas veces dificultan el paseo. Todo ello unido al silencio de marcha característico de los VMU y a su circulación al triple o el cuádruple de velocidad que el peatón, lo que supone sustos, hace que la acera no parezca ser el lugar propicio por donde deben circular.

La otra opción que se baraja para el uso de los patinetes eléctricos, y la que gana enteros por lógica estructural y de velocidad media de los demás vehículos, es el carril bici. Aquí la convivencia entre bicis y VMU puede llegar a darse de un modo más o menos pacífico, pero de por sí es una infraestructura que no lleva asociado el nombre de VMU. Puede ser entonces que no esté totalmente optimizada para este tipo de vehículos. A su vez, y yendo de la mano de una de las reclamaciones más típicas de los ciclistas urbanos, muchos de los carriles bici suspenden en seguridad por lo que esta falta también afectaría a los VMU.

Finalmente, y en concordancia con su catalogación como vehículos, queda la opción de que circulen por la calzada. En este espacio sucede justo lo contrario que en la acera, y los endebles respecto a los demás usuarios pasan a ser los VMU. Aquí, de existir, circularían por los denominados «ciclocarriles». Son los carriles derechos que están limitados a 30 km/h y que muestran señales de prioridad ciclista y cuyo uso no acaba de satisfacer a nadie en términos de seguridad vial.

Es por su reciente irrupción, la inadecuación a ningún espacio y el auge de su uso, por lo que los VMU están dando tanto que hablar.

El patinete eléctrico, el regalo deseado.

Pese al ostracismo respecto a los patinetes eléctricos y demás VMU, su tenencia es para muchos un deseo que probablemente se haga realidad estas navidades. Y es que es un producto que todos los comerciantes dicen estar vendiendo especialmente bien.

Todo parece indicar a que llegará una oleada de nuevos vehículos de movilidad urbana a las calles. Esto no hace más que alimentar el reto vial ya existente, e insta a las instituciones a que regulen de manera efectiva su uso. Sólo así se podrá lograr esa convivencia vial tan necesaria y esperada en los entornos urbanos, y que cada vez tiene más elementos implicados.

El auge de estos vehículos, tanto en propiedad como en alquiler, ha hecho que la DGT vaya crear una normativa estatal que regule su uso, y mientras esta llega, son los municipios quienes los incluyen en sus normativas de movilidad locales. Madrid y Barcelona han sido las primeras, y otras como Valencia, han presentado borradores que pautan el uso y la circulación de los VMU- Más información en el número 219 de la revista Autofácil-.

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