Nuestro objetivo a medio-largo plazo es volver a dominar la Fórmula 1″, así de tajante se mostraba recientemente, Ron Dennis, dueño de McLaren. Para ello, la escudería británica parece estar cimentando su futuro… en nombres del pasado. Tras los retornos de Honda y Fernando Alonso, faltaba el del más importante, el de su jefe de aerodinámica: Peter Prodromou. Y es que detrás de todo gran piloto y detrás de todo gran coche, sobre todo en la F1 actual, se encuentra el perfecto ingeniero aerodinámico, y si no, que se lo digan a Red Bull…
Precisamente, del equipo austríaco es de donde regresa Prodromou. Un hombre que ya fue pieza clave en McLaren, a finales de los años 90, con los dos títulos consecutivos logrados por Mika Hakkinen en 1998 y 1999. Inglés de nacimiento pero de padre griego y madre chipriota, Peter Prodromou vuelve a la que fue su casa durante 15 años para «iniciar un nuevo capítulo de éxito en la historia de esta escudería»; y esta vez lo hace como jefe ‘total’ de aerodinámica, sin estar a la sombra de Adrian Newey ni tener que rendir cuentas a nadie.
De los aviones militares…
No obstante, en esta revista no estaríamos escribiendo de Prodromou si el inglés hubiera seguido los ecos que le dictaba su corazón cuando tenía 12 años, «siempre estuve atraído por la ciencia, las matemáticas y la ingeniería. Mi interés por la aerodinámica empezó a fraguarse al comprobar de lo que era capaz el Hawker Harrier –el primer caza con capacidad para despegar en vertical o sobre pistas cortas y el único con un diseño exitoso de todos los que se realizaron en los años 60–, al frente de la guerra de las Malvinas. Su poderío y complejidad me cautivaron e hizo que me empezaran a importar más todo lo relaciono con la aeronáutica».
Así, su amor por la ciencia y, sobre todo, por los aviones, provocaron que enfocara su carrera profesional hacia la Ingeniería Aeronáutica, para lo cual en 1987 se matriculó en una de las universidades más laureadas en esta materia: el Imperial College de Londres. Allí, pasó cuatro años: tres de carrera, finalizando además con una matrícula de honor en su expediente académico, y uno adicional estudiando un máster en Dinámica de fluidos y mecánica estructural. Pero fue precisamente al estar cursando dicha maestría cuando su corazón dio un giro de 180 grados y en Peter se despertó una pasión que mantenía dormida: la Fórmula 1.
…a los aviones del asfalto
«Siempre me gustó la Fórmula 1, aunque más desde el punto de vista del mero espectador/aficionado. Sin embargo, al acabar la carrera, me di cuenta de que la F1 y la aerodinámica empezaban a ir de la mano de forma más seria». Llegados a ese punto, Prodromou se percató de que los equipos comenzaban a invertir cada vez más dinero en temas aerodinámicos y el inglés no quiso perder la oportunidad. «Lo que más me atraía de la Fórmula 1 era la perfecta combinación entre ciencia y deporte… dos de las razones que han determinado mi vida».
La carrera de Prodromou en el Gran Circo bien podría decirse que empezó con fortuna. En 1991, con 22 años y con su título de ingeniero aeronáutico bajo el brazo, acudió a una feria de empleo de Londres, donde, casualmente, vio colgada una oferta de trabajo de McLaren, escudería que buscaba ingenieros recién graduados para su departamento de aerodinámica. «La verdad es que tuve mucha suerte de conseguir el empleo. Sí, es cierto que en aquel momento no había tanta competencia para trabajar en el mundo de la alta competición como la hay ahora«, de hecho, a la prueba únicamente se presentaron cinco personas, una cifra irrisoria si la comparamos con «las 150 ó 200 solicitudes que nos llegaron a Red Bull cuando anunciábamos que disponíamos de un puesto libre en el departamento.
Prodromou se unió a McLaren como ingeniero en dinámica de fluidos –haciendo así valer su máster en dicha materia–, un departamento compuesto sólo por 10 personas pero con un potencial de crecimiento superior al del resto, y que tenía como objetivo avanzar de manera efectiva en el diseño aerodinámico del coche para mejorar su rendimiento. Y así fue, en 1991, el MP4-6 logró adjudicarse tanto el campeonato de pilotos, con Ayrton Senna ganando su tercer título –el segundo de forma consecutiva–, como el de constructores.
No obstante, poco le duró el éxito. Al año siguiente, la increíble evolución de los motores Renault y el avance electrónico con el que Williams sometió a su monoplaza, dejaron por los suelos el concepto aerodinámico del McLaren. De hecho, entre 1994 y 1996 no lograron ganar ni una carrera. Algo que provocó la disolución del binomio McLaren-Honda y la reestructuración de todas sus áreas. En 1997, Adrian Newey recaló en McLaren y se puso al frente del departamento de ingeniería, eligiendo al propio Prodromou como su mano derecha.
Ambos pasaron larguísimas horas estudiando cuál debía ser el factor clave para volver a la senda de la victoria, hasta que dieron con la tecla: ganar carga aerodinámica. Para ello, retocaron toda la suspensión delantera y realizaron un monoplaza más compacto. Así, durante la temporada 1998 lograron nueve victorias –en cinco de ellas con el otro McLaren en segunda posición– y los 100 puntos de Mika Hakkinen sirvieron para que la escudería volviera a ganar los dos títulos mundiales: pilotos y constructores. En 1999, el finlandés revalidó título de pilotos, pero su MP4-14 levantó ciertas suspicacias por parte de Ferrari –vencedor ese año del campeonato de constructores–, en lo referente a un posible incumplimiento de la normativa FIA relacionada con las dimensiones del coche y con el sistema de frenado.
La FIA no sancionó a McLaren, pero sí cambió la normativa. ¿El resultado? Los cinco años siguientes fueron de dominio absoluto ‘ferrarista’ y, a finales 2006, tras cuatro subcampeonatos de pilotos y tres de constructores, Prodromou y Newey decidieron cambiar de aires rumbo a Red Bull. «Me pareció un proyecto muy emocionante. Además, que Adrian fichara por ellos fue un incentivo enorme. Nuestra relación era fantástica y pensé que era la oportunidad para demostrar nuestras cualidades en un entorno diferente y con una hoja de papel en blanco».
Aunque las victorias tardaron en llegar –no fue hasta el G.P. de China de 2009 cuando consiguieron la primera–, el resultado, el conocido por todos: los RB6, 7, 8 y 9 han dominado la F1 logrando cuatro campeonatos de pilotos y constructores seguidos. En todos ellos, Newey era la figura a seguir, el gran gurú, el que copaba todos los titulares… circunstancia que ha podido cansar a Peter. Así, tras cuatro años de éxitos, en mayo de 2013 saltaba la noticia, Honda volvía la Fórmula 1 y lo haría acompañado de McLaren… y de Prodromou.
Una apuesta arriesgada pero, al mismo tiempo, cautivadora, en la que Peter «será una de las piezas clave en la reconstrucción de la escudería», tal y como afirmaba Eric Boullier, director del equipo. «Para mí, la verdadera motivación reside en el deseo de competir, de ser el mejor; y ser ingeniero de Fórmula 1 es, seguramente, el mejor escaparate para conseguirlo», sentencia Prodromou.
COCHES EN LOS QUE PRODROMOU HA SIDO FUNDAMENTAL
Participó en el desarrollo de los McLaren desde 1991 hasta 2006 y sus logros más importantes fueron: En 1991, con el McLaren MP4-6, la escudería ganó 8 de las 16 carreras, lo que sirvió para que se hicieran tanto con el campeonato de pilotos –lo consiguió Ayrton Senna que venció en 7 GPs– como con el de constructores. En 1998, Adrian Newey –que fichó el año anterior por McLaren como jefe de aerodinámica– y Prodromou se pasaron cerca de 12.000 horas buscando la forma de mejorar la carga aerodinámica. Ese año, el MP4-13 logró nueve victorias, 20 podios y 12 poles para acabar ganando el campeonato de constructores; Hakkinen, con ocho triunfos, consiguió el de pilotos. Con el McLaren MP4-14 de 1999 Hakkinen ganó su segundo campeonato de pilotos, y la escudería acabó segunda en la clasificación de constructores a cuatro puntos de Ferrari.
En 2007, Prodromou ficha por Red Bull y su primer coche, diseñado junto a Newey, es el RB3. Sin embargo, hasta 2010 no logran buenos resultados: año en el que, con el RB6, Vettel gana el título de pilotos y la escudería logra el de constructores; en 2011, 2012 y 2013, con el RB7, RB8 y RB9 y Vettel, repiten resultados.