Polaris es un fabricante especializado en motos de nieve, quads y también vehículos comerciales eléctricos. Pero su última novedad no está encuadrada en ninguno de esos sectores. Se llama Slingshot, vocablo que, traducido al español, significa Tirachinas. Entenderás por qué con tan sólo ver las fotos. Sí, el Slingshot tiene dos ruedas delante y sólo una detrás. Está homologado como triciclo y puedes conducirlo con el carnet B. Mide 3,80 metros de largo, 1,97 m de ancho y 1,32 m de alto. Está construido sobre un chasis tubular de acero sobre el que se ha instalado un brazo oscilante trasero de aluminio y una carrocería de plástico. Y, en total, sólo pesa 790 kg, por lo que los 173 CV de su motor 2.4 de gasolina son suficientes para que el Slingshot sea francamente rápido.
Lo primero que llama la atención es su inusual y atrevido aspecto exterior. Luce un anguloso diseño que no te dejará indiferente. No tiene puertas, así que para sentarse en el asiento impermeable hay que encaramarse sobre la carrocería y dejarse caer. Es algo mucho menos incómodo de lo que parece, por fortuna. Dentro, no hay ninguna concesión al confort. Todos los plásticos son duros pero aparentan una buena robustez de cara a soportar las inclemencias meteorológicas. Hay una pantalla en el salpicadero que incluye un reproductor de música el cual cuenta con toma USB, emplazada en la guantera. El volante se regula en altura y la posición de conducción es muy satisfactoria. Vas muy cerca del suelo y expuesto a todos los estímulos. Además, tras los asientos hay dos huecos portacascos que pueden ser utilizados como espacio para equipajes, pues en cada uno de ellos cabe una mochila sin dificultad. Hay un parabrisas, pero queda a media altura, de forma que tu cabeza queda levemente por encima.
Como no puedo esperar más, giro la llave y el motor 2.4 de origen General Motors, situado en posición central-delantera, se pone en marcha. Es el mismo bloque que el del antiguo Pontiac Solstice y el último coche en España que lo equipó fue el Chevrolet Malibu. Con sus 173 CV es capaz de catapultar al Slingshot de 0 a 100 km/h en sólo 4,7 segundos. Va asociado a un cambio manual de cinco relaciones de tacto firme y preciso. Los primeros kilómetros son pura emoción. El ruido que se genera es muy perceptible incluso con el casco puesto y la respuesta del acelerador es instantánea. La dirección no es muy directa -3,2 vueltas entre topes- pero sí es precisa y evidencia un notable aplomo del eje delantero en las curvas lentas. Por su parte, la frenada se confía a tres discos ventilados de 298 mm y pinzas flotantes, pero el tacto del pedal es muy mejorable. No es difícil de dosificar una vez le coges el punto, pero al principio percibes un primer tramo de pedal que no hace nada y, tras él, otro tramo en el que la frenada es excesivamente brusca, de forma que requiere un tiempo de adaptación. Pero, en resumen, su mayor problema es que hay que pisar el pedal con fuerza para que los frenos actúen con contundencia.
Curva a curva, cada vez es más fácil coger confianza con el Slingshot. Lleva control de estabilidad de serie, pero aun con él conectado, se permite un leve deslizamiento de la rueda trasera. No obstante, es mejor desconectarlo porque, aunque parezca que no, la progresividad en el deslizamiento de la rueda trasera es muy amplia y resulta francamente predecible, además de sencillo de contrarrestar. Por ello, la capacidad de redondeo que exhibe en las curvas es notorio. Y por si te lo estabas preguntando, sí, ya puedes comprarte y conducir el Polaris Slingshot en España a un precio de 33.900 euros. No te pierdas la prueba que publicaremos en los próximos números de Autofácil y EVO.